La parte de las casas urbanas dominicanas, sean de pobres o de ricos, que más revela los cambios del último medio siglo es la cocina.
Cuando ajusticiaron a Trujillo en casi todos los hogares, fueran en Pajarito, El Algodonal o Gascue, había fogones de leña o carbón y unas carboneras o depósitos para almacenar las petacas que traían regularmente marchantes cuando no se compraban en el mercado.
Posiblemente en ese momento había, en muy pocas residencias de gente acomodada, más estufas eléctricas que con gas. Igualmente, lo que se cocinaba ha cambiado muchísimo, pues mientras antes lo más común era la manteca de cerdo o los aceites de maní o de coco, hoy en día la soya, el maíz y otras grasas son las preferidas.
Aunque la agropecuaria ha progresado muchísimo, apostaría que un porcentaje muchísimo mayor de la canasta familiar típica la componían productos criollos.
La rica variedad en los estantes de supermercados de hoy era insoñable. Quizás la gastronomía sea básicamente la misma, pero los ingredientes son muchísimo mejores.