El proceso de transformación cultural de la modernidad de los 70 y 80 del siglo pasado y los movimientos culturales, artísticos y filosóficos que cuestionaron los prototipos de la modernidad, su universalidad y atemporalidad, son los dos fenómenos que caracterizan la posmodernidad (Arancibia).
El avance del capitalismo, el final de la Guerra Fría y la desaparición de la URSS y el mercado informativo, posibilitaron que tengamos una sociedad consumista más que de científicos y pensadores, de verdades y valores.
Tenemos una sociedad o modernidad líquida (Bauman), donde se cuestiona la forma absoluta de ver los valores sociales. Ya incluso la asignación del sexo depende de cómo se percibe la persona.
No nos detienen ni los mitos, la razón o el pensamiento colectivo, sólo el mercado. Presenciamos una sociedad que aplaude lo banal, que destaca la virilidad y el feminismo sobre el humanismo, que adora la presentación antes que el interior y lo profundo y que promueve más las redes sociales y los medios de comunicación como instrumentos para crear imágenes antes que como recursos al servicio de la verdad.
Pero, la posmodernidad no significa una tabula rasa de los valores, pues lo que ella hace es cuestionar la manera y el carácter absoluto con que se han usado. Como lo fue la religión, los valores universales, de la ciencia y la filosofía, orden y progreso, Estado y nación para la colectividad, hoy no bastan para garantizar los derechos y libertades individuales.
No ignoremos los cuestionamientos a los cimientos de una sociedad que vive detrás de grandes satisfacciones con poco sacrificio, debido a la “filosofía” de la relatividad y conveniencia.
En la posmodernidad son importantes los símbolos, los signos, el lenguaje y las imágenes, pues la atribución de significado es la obra de los titutales de los recursos políticos, de comunicación y de información que fabrican percepciones que transforman mentiras en verdades como la “producción agrícola comunitaria masiva”, al estilo Mao Zedong, que sólo existía en el papel mientras la población china experimentaba la más grande las hambrunas de su historia.
El mayor problema es que esto ocurre en todos los ámbitos, pues si bien se atribuye a los políticos generalmente, lo podemos ver en lo intelectual, lo cultural y lo económico. Allí donde nos venden como oro y diamante lo que son cobre y vidrio.