
Clayton Kershaw pasará a la historia como uno de los lanzadores abridores más grandes en la historia del béisbol. A principios de esta temporada, consiguió su ponche número 3,000 de por vida, sumándolo a otros numerosos reconocimientos a lo largo de una ilustre carrera de 18 años que algún día lo llevará a Cooperstown.
El nombre “Kershaw” y la palabra “imbateable” se han pronunciado en la misma frase innumerables veces durante las últimas dos décadas. Pero el tres veces ganador del Premio Cy Young llevó lo “imbateable” a otro nivel en la victoria de los Dodgers por 9-5 sobre los Rockies el jueves en el Coors Field.
Pero quizás no de la manera que te imaginas.
Enfrentando a Ryan Ritter en la tercera entrada, Kershaw inició su mecánica para realizar un lanzamiento con cuenta de 0-2 al novato de 24 años, quien seguramente anticipaba algo venenoso del legendario zurdo.
Y eso fue lo que recibió… más o menos.
Kershaw avanzó hacia el plato, pero en lugar de desatar su característica curva u otro pitcheo devastador, azotó la pelota directamente contra el suelo.
Definitivamente, ésa no la bateas.
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“Sí, simplemente debí haberle pedido [al receptor Dalton Rushing] que saliera a realizar una reunión en el montículo”, comentó Kershaw. “Es que, cuando el reloj de pitcheo se está acabando y no hay nadie en base, no sé qué hacer.
“Nunca pienso en pedir una visita al montículo. Y tampoco quiero simplemente lanzar una bombita. Y no puedes simplemente salirte de la goma”.
¿El resultado? Un lanzamiento imbateable de Kershaw para la historia.