Tras las elecciones autonómicas y municipales celebradas en España este 28 de mayo, el escenario político se ha transformado y las fichas del juego ahora se leen y se moverán en clave nacional.
Tal y como indican los resultados, el gran triunfador ha sido el Partido Popular (PP) de derecha, que recupera territorios importantes si pensamos a nivel electoral.
Los populares han obtenido el 31,05% de los votos en los ayuntamientos, casi 9 puntos por encima que en 2019 y el triunfo en siete de las doce comunidades que participaron en la contienda electoral. Mientras el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) de izquierda, obtuvo en las municipales el 28,2% de los votos, solo un punto menos que hace cuatro años. Pero pierden la presidencia en Comunidad Valenciana, Aragón, Extremadura, Baleares, Canarias y La Rioja, que ahora serán gobernadas por el PP con el apoyo de la extrema derecha de Vox en algunos casos.
Es evidente que los resultados revelan que el PSOE perdió gran parte del poder territorial de gobiernos autonómicos en zonas importantes a nivel de población. También es cierto que a nivel de votos el PSOE solo ha perdido unos 400 mil votos, pero la suma del PP con la ultraderecha de Vox en territorios claves obligará a pactar a estas dos fuerzas políticas para poder gobernar. Mientras tanto, podrá gobernar en algunas ciudades y regiones en solitario, por ejemplo, tal es el caso de la Comunidad de Madrid donde los populares obtuvieron mayorías absolutas con Isabel Díaz Ayuso a la Presidencia y José Luis Martínez Almeida al Ayuntamiento.
En todo proceso electoral, los resultados obligan en cierta medida a los partidos políticos y a los gobiernos a tomar decisiones de interés interno y nacional, por lo que estas elecciones no fueron ajenas a dicho argumento. Pues los citados resultados del 28M motivaron a que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciara al día siguiente de la votación la convocatoria a elecciones generales para este 23 de julio. En su comparecencia expresó que tomaba la decisión a la vista de los resultados de las elecciones y resaltó que “la segunda consecuencia será que numerosas instituciones pasarán a ser administradas por nuevas mayorías conformadas por el Partido Popular y por VOX”.
Por otro lado, tras el catastrófico resultado obtenido por Ciudadanos (CS), partido de centro que desaparece del espectro político español, tomaron la decisión de anunciar que no se presentaran en las elecciones generales del 23 de julio. Su secretario general, Adrián Vázquez, expresó que “el mensaje de las elecciones ha sido muy claro. La oferta del centro liberal en España no ha tenido el apoyo suficiente como una posible fuerza política decisiva”. Se percibe que la fuga de votos que vienen protagonizando en las últimas elecciones han ido a parar en gran parte al Partido Popular, lo que podría explicar el crecimiento del PP en esta contienda.
En el caso de Podemos también ha sufrido un descalabro electoral, quienes han reconocido la “tragedia” públicamente. La formación morada ha perdido cinco gobiernos autonómicos dejándose en el terreno 32 escaños en comparación con las elecciones del 2019. Por ejemplo, en el caso de la Comunidad de Madrid se quedaron sin representación en la Asamblea de Madrid y en el Ayuntamiento.
Con el juego de ficha de adelanto electoral, se entiende que Sánchez busca movilizar el voto de la izquierda, y con ello motivar a que los partidos a la izquierda del PSOE tengan que llegar a acuerdos rápidos de posibles alianzas, ya que existe un corto margen de tiempo de menos de diez días. Tal y como recogió ayer el periódico La Razón: “la ley del régimen electoral obliga a Podemos y a Sumar a aparcar sus diferencias y a ponerse de acuerdo entre ellos para comunicar a la Junta Electoral la denominación de la coalición que vayan a presentar. Si no llegan al 9 de junio con acuerdo, no habrá una gran coalición de izquierdas”.
Todo indica que han entendido el mensaje, ya que ayer la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, registró el partido Sumar para tratar de unir a todas las fuerzas a la izquierda del PSOE. Por otra parte, hasta el momento en que escribíamos este artículo, se supo que Podemos y Sumar iniciaron una negociación bajo mínimos tras el 28-M.
La estrategia a seguir por el PSOE será la de frenar un posible gobierno de “PP-Vox”, por lo que se centrarán en apelar a lo que en comunicación política llamamos el voto del miedo, resaltando en sus discursos de campaña los posibles pactos que se puedan negociar entre los populares y Vox. Es decir, que la estrategia girará entorno a llamar a los votantes de izquierda a movilizarse para evitar que la derecha gobierne con la ultraderecha.
Mientras tanto, la estrategia del Partido Popular se centrará en desvincularse lo más que puedan de Vox, tal y como publica hoy el periódico El País, el PP “pretende esquivar los acuerdos con Vox postergándolos hasta después de las generales. Los barones populares de al menos Extremadura, Murcia y Baleares irán a una primera investidura sin negociar con la extrema derecha. Incluso aunque esta sea fallida, no tendrían que pactar hasta después del 23-J”.
Como vemos, el escenario político se torna complejo de cara a la convocatoria anticipada de las elecciones generales, con ella se vislumbra una campaña que nos anticipamos a decir que estará mucho más marcada por la polarización y la crispación.
Por la fragmentación del sistema político español, donde hace unos años se rompió con el famoso bipartidismo y por la peculiaridad que implica su sistema electoral, en el que se requiere de una mayoría estipulada para gobernar, se hace necesario que los partidos políticos tengan que llegar a pactos electorales. En ese sentido, pronosticamos que, de cara a las elecciones generales, la campaña electoral venidera se jugará en dos bandos o bloques, es decir, por un lado, el bloque de partidos de izquierda, liderado por el Partido Socialista Obrero Español y en la otra campana el bloque de la derecha, liderada por el Partido Popular.