La primera idea que nos hacemos de la ciudad jardín es la de ciudad satélite”. Pero la ciudad jardín es una idea concebida en el siglo XIX, como una solución a las terribles condiciones de vida de las poblaciones humildes de la ciudad industrial inglesa.
En realidad, empezó como un movimiento urbanístico de la época, un proyecto de sociedad capaz de solucionar la estética de las zonas lujosas y residenciales, pero un modelo utópico difícil de que pudiera lograrse en los barrios periféricos y suburbios de las ciudades.
Este trabajo nació, justamente, de un tuit en que se afirma que somos una ciudad volcada al abandono de los espacios urbanos, calles llenas de escombros, chatarras y malezas, sin monumentos ni florestas.
Considerando que en el mundo existen ciudades vistas como las más sucias del mundo, y tomando como base que las ciudades jardín es un criterio para analizar el contexto histórico-cultural de nuestros pueblos latinoamericanos, de Asia y África, me confío en que puedo ofrecerles algunas pistas de como relacionarnos con nuestra pobre y cada vez menos atractiva, cultural y ecológica, la ciudad de Santo Domingo.
No se discute aquí y ahora el concepto de “ciudad”, cuya diversidad de acepciones depende de diferentes campos del saber: geografía, sociología, antropología, economía, historia del arte, arquitectura y urbanismo, filosofía y cultura. En todo caso, una ciudad es un lugar que realiza funciones noagrícolas, todo el tiempo se construyen casas y edificios, y tiene un espacio urbanizado denso.
Hay que volver a discutir el embellecimiento urbano, concentrado fundamentalmente en la zona verde pasiva de las barriadas, por ser considerada sus calles como muy deprimidas por el abandono; pero, sobre todo, porque estas al conectar con las avenidas principales de Santo Domingo o sus municipios, sobresalen la maleza en las aceras, en su totalidad llenos de hoyos y baches en las cunetas y aceras.
A veces la vegetación está muy alta que invade la calzada.
En vista de que existe una precaria situación que viven en la actualidad las zonas verdes de muchos puntos de la comunidad; en vista de que hay que relacionarse con la comunidad en base a un programa de áreas de recreación; estos parques y áreas verdes urbanas que se muestran en estado de peligro, antiestético y en desorden, por lo que surge el interés por llevar a cabo proyectos de embellecimiento urbano de la vegetación pública de los principales barrios de la comunidad.
Las zonas verdes pasivas representan apenas un área punteada dentro de la vastedad relativa de una ciudad. Aquellas áreas que no son utilizadas para edificación, no deben permanecer ajenas al medio en que se encuentra, o en un sitio que ha sido levantado con fines de habitación. Es necesario que la naturaleza verde se combine con los bienes públicos indispensables para la vida, y el goce de las zonas urbanas.
¿La solución es aumentar la proporción de superficie que carecen de zonas verdes? La respuesta es muy lejos de eso. Las ciudades jardín depende de criterios más profundos, y es tiempo de pensar nuestra ciudad. Los expertos señalan que el diseño para una vida saludable y de trabajo, que haga posible una vida social a plenitud, el crecimiento de la ciudad tiene que ser planeado y controlado, poner límites a la población (ahora que ha sido llenada por inmigrantes haitianos), y, sobre todo, debe estar rodeada por un cinturón vegetal adaptado al centro urbano.
En conclusión, para que Santo Domingo se convierta en una ciudad jardín, debe frenarse el caos y desorden urbanístico; sabemos que, hace falta identidad y conciencia del concepto de propiedad colectiva, pero lo que no queremos saber es cómo y cuándo vamos a ponernos a trabajar en ello.