La pasada semana la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM) obtuvo la primera patente de invención que universidad dominicana alguna haya alcanzado.
Fue en el campo de la nanociencia y se registró en Estados Unidos.
Gracias a esa patente nos colocamos, como sistema de universidades dominicanas y país, en el mapa de los grandes desarrollos científicos de la humanidad.
Ese logro es deudor del apoyo del Estado dominicano gracias a Fondocyt, una iniciativa de la Mescyt que ha generado muchos proyectos científicos en nuestras universidades y que merece seguir desarrollándose y creciendo en sus aportes.
La PUCMM, que es propiedad de la Conferencia Episcopal Dominicana, demuestra con ese logro la apertura de la Iglesia católica a la ciencia y la tecnología para el desarrollo del ser humano.
Contrario a otras iglesias cristianas que rechazan el conocimiento científico debido a una lectura literalista de la Biblia.
El mundo musulmán que hoy se encuentra ajeno al desarrollo de la ciencia fue hace mil años líder del desarrollo de la ciencia en Bagdad.
La nefasta prédica de un clérigo llamado Al-Ghazali (1058-1111) frenó dichos avances al considerar como obra del demonio la actividad de los matemáticos y científicos musulmanes.
La religión no es por esencia contraria al conocimiento científico, pero ciertos líderes de diversas tradiciones religiosas, movidos por sus miedos y no por su Fe, han perseguido el cultivo de la racionalidad y la experimentación como exigencia de sus prejuicios barnizados de citas religiosas.
Libertad y razón son rasgos de nuestra imagen y semejanza a Dios.