Gonzalo provoca reacciones distintas de otros políticos que incoherentemente confabulan entre sí unidos solo por su similar ambición, contrapuesta a la vocación de renovado continuismo peledeísta.
Abinader y sus voceros lo descalifican restándole importancia, dizque porque su candidatura no logra impulso.
¡Craso error! Pero paradójicamente sí creen que Leonel, notoriamente con menos fuerza que Gonzalo, sería su formidable cacata si Luis fuera maco.
¡Alucinante encaste! Fernández, renegando su estatura de estadista con tres presidencias, inventa cada semana excusas distintas forzando porque dice que no perdió las primarias, lo cual no creen ni sus amigos más sinceros.
Puso a sus huestes a denostar al Penco ganador, pese a que, frente a Gonzalo, Leonel es un Chongo.
Y el afortunado Luis increíblemente no prende, ni empujado arranca; improbable líder de la oposición encantado por Leonel. No ofrece ideas nuevas que entusiasmen al electorado, que lleva una década oyéndolo recitar insípidamente naderías insustanciales.
¡Ahora sugiere institucionalizar el asistencialismo! Subestimados y ninguneados por Luis y Leonel, Gonzalo y otros nuevos deben aprovechar esta favorable coyuntura.
