Confieso que siento una particular simpatía hacia Chile y su pueblo, con quienes tuve mi primer contacto hacia finales de los años setenta en el primero de varios viajes con los cuales he sido privilegiado a lo largo de este trayecto de vida.
He seguido de cerca sus tiempos de turbulencia, dictadura, paz y progreso, proceso en el cual las últimas cuatro semanas han marcado un nuevo rumbo.
Afortunadamente, luego de innumerables protestas, muchas de las cuales se han marcado por un vandalismo callejero, sus autoridades y representantes de los sectores inconformes han alcanzado un acuerdo, denominado “Por la paz social y la nueva constitución».
El mismo consiste en un plebiscito en el cual el pueblo decidirá si quiere una nueva Constitución o no, y de ser afirmativo, qué tipo de órgano debiera redactar la nueva Constitución.
Previamente, el gobierno que preside el presidente Sebastián Piñera dispuso una serie de medidas en procura de calmar la agitación e ira que se propagaba por las calles. Entre ellas está la pensión básica, aumentada en un 20%, y otras compensaciones para los mayores de 75 años.
Así mismo, se promulgó un mecanismo de estabilización de las tarifas eléctricas, seguro de enfermedades catastróficas, un ingreso mínimo individual, entre otras disposiciones de corte social en beneficio de los más excluidos de otros programas.
En toda esta situación sobresale que, a pesar del evidente crecimiento económico de la nación chilena, se ha hecho evidente una mayor necesidad de atención a los indicadores micro que a los macro, y la necesidad de cerrar las brechas sociales.
En República Dominicana hay mucho de esto que podemos aprender y prever. En las propias inconformidades con los partidos políticos y sus representantes subyace esa misma necesidad de cerrar las crecientes brechas sociales, aumentando nuestra productividad, eliminando el dispendio, la impunidad y las coimas, creando una mayor protección sanitaria y un sistema educativo más eficaz y pertinente.
La clase política debe mirarse en el espejo chileno y no perder más tiempo en atender lo básico y dejar a un lado sus intereses.