Los reportes que me llegan desde Puerto Plata es que los celos entre los principales representantes del Gobierno tienen frenado el entusiasmo creado en la población por la posible reparación del estadio José Briceño, que es la base primordial para optar por una franquicia de béisbol de invierno.
Aunque luzca increíble, me cuentan que todo empieza porque no se quiere que José Ignacio Paliza, ministro Administrativo de la Presidencia, se lleve los créditos si la obra llega a materializarse. Supuestamente, el principal opositor sería el ministro de Turismo, David Collado, quien en su lucha por ser candidato presidencial habría dado orden de oponerse a todo lo que pueda beneficiar a Paliza en el futuro.
Esa rebatiña tiene en una posición muy difícil a la directora provincial de Turismo, Stephanie Kfouri, quien no puede irse en contra de la decisión de su jefe, pero sabe lo que representa colocarse de frente a Paliza en Puerto Plata.
También me cuentan que la senadora Ginnette Bournigal está como “La gatica de María Ramos” que tira la piedra y esconde la mano. En público dice apoyar que se arregle el estadio, sin embargo, en la provincia es hartamente conocido que donde ella no se lleva los méritos como figura principal no respalda que otro se los lleve.
La gobernadora Claritza Rochtte Peralta de Senior, aunque dice apoyar la remodelación del estadio José Briceño, no lo puede decir muy duro, ya que no puede irse para ninguno de los bandos, porque si se identifica podría perder cualquier tipo de ayuda que esté solicitando.
Y para colmo de males, los allegados a Paliza les han hecho ver que todas las quejas que de manera pública han manifestado los promotores del proyecto son para atacarlo a él, así que como quiera están “jodidos”.
Solo los salvaría que el presidente Luis Abinader ignore todas esas “zancadillas” y disponga el arreglo del estadio José Briceño, que sería el primer paso para que los puertoplateños cumplan sus sueños de tener un equipo de béisbol profesional.