El viernes 17 cumplo 62 años y según hago desde que llegué al medio siglo, compartiré recuerdos.
Nací y fui criado en Gascue. Creo que tuve una infancia razonablemente feliz, aunque en la revolución un amiguito vecino murió de un tiro y un casquete calibre .50, del ametrallamiento aéreo al Palacio, casi mata a hermano menor.
Mis excelentes padres satisfacían mis curiosidades y les agradezco muchos buenos hábitos. Fui monaguillo en Santo Tomás, hasta que un perro de los dominicos me mordió.
Tardé años en volver a misa. Mi familia se preocupa cuando digo: “Dios, si existes, aumenta mi fe…”. ¿Será un don la duda? Cacé, pesqué, maroteé y medité largamente entre montes. Vivo de mi trabajo sin depender de ningún empleo. Ejerzo dos profesiones que me fascinan desde niño.
¡Soy abuelo de tres buen mocitos! Esta cuarentena y la sensación apocalíptica me han hecho pensar mucho y no creo que cuando salgamos de esto el mundo sea igual; pero nunca lo ha sido… Por ejemplo, antes sólo cocinaba. ¡Ahora también friego!