Me olió a peligro desde que en una entrevista de corte social Starlin Castro dijo, “me gusta parrandear”. ¡Y lo ha ejercido!
Hizo unos cuantos líos en Santiago y en su natal Montecristi, y tras salir ileso, como todo el que puede mover dinero, se fue a residir a Arizona echando pestes contra el país, como si no fuera el responsable de sus aventuras. También es un empedernido gallero.
En el fin de semana el dirigente de los Cachorros, Joe Maddon, quien es un enamorado de los resultados, lo sentó y realizó un movimiento múltiple que llevó al receptor Kyle Schwarber al jardín izquierdo, a Chris Coghlan a la intermedia y a Addison Russell al campocorto. Ya una vez lo habían sacado en medio de un juego por distracción y por su pobre ejecución en los fundamentos y su valoración en el mercado ha disminuido y por ello nadie lo quiso en época de cambios.
Tiene contrato hasta 2020. Su carrera arrancó bien y es uno de nueve dominicanos que ha dado jonrón en su primer turno y bateó sobre .300 las dos primeras campañas y dio 207 hits (2011), cifras que han mermado notablemente.
Con apenas 25 años alguien debe “cogerlo” y decirle que todavía tiene un mundo por delante, pero que debe dejar las parrandas y concentrarse en el juego. ¡Los cuartos se acaban!