Gracias, son siete letras que no solo son parte de la cortesía y la buena educación. Es también una palabra con poder en quien la pronuncia y en quien la recibe.
Decir gracias es solo una parte del proceso de gratitud que las personas conscientes utilizan para mejorar relaciones, fortalecer vínculos y manejar productivamente diversas áreas de su accionar cotidiano.
Cuando aprendemos a ser agradecidos nos hacemos conscientes de las oportunidades que se presentan, estamos más alertas a tomarlas.
Ser agradecidos es parte de un proceso que si no fue aprendido en el hogar, puede aprenderse con el tiempo y la práctica; requiere que nos enfoquemos en lo que tenemos y no en lo que nos hace falta.
Según el profesor universitario Robert Emmons, escritor del libro: “¡Gracias! Cómo la nueva ciencia de la gratitud te puede hacer más feliz”, la gratitud es una emoción social, que fortalece las relaciones y que tiene dos partes.
Reconocer lo que tenemos, ya sean dones y/o beneficios recibidos es la primera parte del proceso; reconocer que hemos sido bendecidos con la ayuda de otras personas, de un ser superior e incluso de la suerte es la segunda parte.
Es imprescindible reconocer el apoyo recibido de otros, según afirma Emmons en su libro. Cuando así lo hacemos logramos acercarnos y conectar con el entorno pero adicionalmente nos llena de confianza y seguridad.
El catedrático e investigador realizó un estudio que demostró que la gratitud tiene efectos positivos en la salud mental. En el estudio, estudiantes universitarios experimentaron mejoría emocional y mental con solo escribir una carta semanal a otra persona durante tres semanas.
¿Te motivas a escribir tus propias cartas de gratitud?