Muchos años han pasado desde la primera vez que leí sobre esta locución latina del poeta romano Horacio, quien en el primer libro de las Odas aconseja a su amiga Leucone: “Carpe diem, quam minimim credula postero”, que se traduce como: “Aprovecha el día de hoy; confía lo menos posible en el mañana”. A priori, es un llamado a no malgastar nuestro tiempo y disfrutar el aquí y ahora.
Muchos pudieran creer que es una invitación a disfrutar, a vivir el presente sin preocuparse demasiado por lo que vendrá después. Sin embargo, su verdadero poder radica en la conciencia plena del aquí y el ahora, en la capacidad de reconocer que este instante, este día, es lo único que realmente tenemos.
Esta expresión debe impulsarnos a vivir de forma coherente, una relación perfecta entre lo que somos y lo que nos gustaría ser.
Encontrar ese punto de convergencia no es tarea fácil. Para lograr equilibrio, bienestar o lo que muchos pudieran etiquetar como felicidad, no hay fórmulas mágicas ni decisiones sencillas, sólo acciones, unas correctas otras no tanto… y de eso se trata: elegir y aprender.
Seguro, en algún momento, te has preguntado: ¿Qué es realmente importante? ¿Qué nos da sentido y propósito? Aunque es fácil dejarnos llevar por la corriente del día a día, silenciando las respuestas, posponiendo nuestros verdaderos deseos y anhelos para un futuro que no está garantizado.
No nos engañemos, temprano o tarde, tendremos que tomar acción y elegir la vida que queremos, de lo contrario, siempre sentirás esa sensación de vacío, que te falta algo
‘Carpe diem’ nos desafía a cambiar esa mentalidad, a vivir con la conciencia de que cada día es una oportunidad única, una página en blanco que podemos llenar con aquello que realmente nos importa. Nos anima a detenernos, a respirar y a tomar decisiones conscientes que reflejen nuestros valores más profundos.
Hoy les invito a vivir con propósito y plenitud.
Es un recordatorio de que la vida, con todas sus incertidumbres y desafíos, es un regalo precioso que merece ser apreciado y aprovechado al máximo. Vivir el ‘carpe diem’ es, en su esencia, un acto de rebeldía contra la pasividad y resignación, una afirmación de nuestra capacidad para vivir de manera auténtica y significativa.