El inicio del accionar de nuestras vidas desde muy pequeños está teñido por el impacto del habla. Una palabra emitida tiene el poder de destruir o construir. Es el pensamiento que de por sí ya tiene fuerza convertido en acción. Si el mensaje que llevan esas palabras se acompaña de una tonalidad constructiva se convertirán en caricias positivas para quien las escucha. Contenidos que refuerzan la autoestima, la valía y la capacidad.
Las caricias positivas pueden transformar desde un trabajador desmotivado hasta a una persona que piense en quitarse la vida.
Ser visto, atendido, escuchado es lo que en lo más profundo de su ser anhela cada ser humano, si a esto unimos pronunciar el nombre, es como si fuéramos magos al cambiar el estado de ánimo en que nos encontramos.
Acariciar no sólo tiene que ver con el toque, es la expresión por distintas vías manifiesta.