Los “Capitaes da Areia”, de Jorge Amado (Editorial Lozada, 1973), surgió por la preocupación que tenía el autor de las siniestras actividades delictivas de los niños que viven del robo y de la rapiña, que no tienen domicilio conocido y que tampoco se conoce el lugar donde guardan el fruto de sus asaltos diarios.
Niños que no son mayores de 15 años, y que debido al descuido de unos padres carentes de sentimientos cristianos, se dedicaron a una vida criminal.
Las décadas de los 70 y 80 fueron así, de agitada marginalidad infantil, en Salvador de Bahía, Lima, Bogotá, Santo Domingo y en el D. F., de México. Muchos escritores latinoamericanos lo informaron en sus narrativas.
Eduardo Galeano los llamó “Los hijos de los días”, y otros que aunque no comparten su mundo, tienen una “Escuela del Crimen”, indicando que ellos son niños en condición de calles, que aprenden lo que les enseña el Estado, o imitando a las clases poderosas.
Todos desean que desaparezcan esos bichos de la sociedad; son unos desalmados, y no encajan con la armonía residencial, apenas la barriada los aguanta, pues no puede quitárselos de encima, allí donde no hay jardines ni arquitectura colonial.
Pero, en gran medida son el corazón de una ciudad. Tienen familia, y tienen padres. No han tenido mucha suerte sus padres, pero, no son los únicos de deshonestas actividades.
Los medios de comunicación no les dedican la atención debida, pero tienen el espacio dedicado a la política y los escándalos de la corrupción de los políticos y sus funcionarios.
Ellos cometían asaltos, pero lo que subyace de este fenómeno es como lo decía el mismo Jorge Amado, “son niños que viven como adultos, mientras los adultos viven como niños”.
¿Por qué existen los capitanes de la arena? A veces sus padres los aceptan así, a no verlo en los reformatorios de menores; los directores de esos sitios acusan a las madres de ser las responsables de su mala educación; los del tribunal esperan que los policías los capturen. Ciertamente, es un tema complejo.
Claro que está el tema de su presencia en las drogas; y ahora lo presentado por el gobierno a través del Plan Oportunidad 14-24. Es decir, el paro laboral juvenil como causa de muchos de estos problemas sociales.
La salud de las familias y la seguridad de las personas representan el ideal de la lucha contra ese flagelo. Es imprescindible el surgimiento de nuevos enfoques y caminos claves hacia la eficacia de políticas de prevención de marginalización juvenil.
En la actualidad no hay una discusión inmediata de alternativas a la “fracasada guerra contra las drogas”, de otros fenómenos de los menores infractores, y del matrimonio infantil. En fin, la marginalidad infantil tiene un nuevo lema: “la poesía viene de ti”.