Santo Domingo.-El cinco de junio de 2006, mientras se daba un baño y deslizaba sus manos enjabonadas por la axila izquierda de su cuerpo, Rossy Báez detectó una masa dura en esta, como primera señal de un cáncer de mama que más tarde transformó su vida en favor de víctimas de esta enfermedad.
Su sobrevivencia la llevó a formar parte del Voluntariado del Instituto de Oncología Doctor Heriberto Pieter, donde encontró la cura, y a raíz de sus “vicisitudes”, aceptadas con dignidad, resignación y fuerza de voluntad, aprendió que el cáncer significa a la inversa: “nacer” de nuevo.
Aparte de la calvicie que experimentó y disimuló con el uso de pelucas fruto de las quimioterapias, a la joven madre, que tenía entonces 35 años, también le extirparon el seno izquierdo.
Hoy se vale de una prótesis para mantener la apariencia física por la que lucha cada mujer. Sin embargo, la belleza interior que la “adorna” vislumbra a quienes escuchan su franco y valiente testimonio.
Síntomas vs. bonos
Para ese entonces Rossy preparaba raciones alimenticias por encargo para apoyar con el sustento familiar a su esposo, quien se desempeña como auxiliar financiero, y atribuyó un pequeño dolor de espalda y cansancio que sentía a esa actividad, pero se trataba de efectos de la enfermedad que le pasaron desapercibidos.
Al recibir la alerta, socializó su caso con una vecina que la motivó ir al Oncológico. Se puso tensa y una vez le practicaron la biopsia pensaban que se trataba de daños ocasionados por el uso de su desodorante.
Le indicaron una mamografía y finalmente un estudio de inmuno estoquimía. “Cuando llegaron esos resultados que se hicieron fuera y se los entregaron a mi esposo sentí que el mundo se me vino encima”, remembró Rossy.
Esto le cambió todo, dejó la dinámica de trabajo y empezó un proceso para cirugía.
Para cubrir unas 30 radioterapias Rossy tuvo que inventarse unos bonos a través de los cuales logró los recursos necesarios vía la Iglesia a la que pertenece, ya que su seguro médico no le cubría todo el tratamiento.
“En el Oncológico me donaron algunas quimioterapías, duré cuatro meses en eso y recibí además mucho apoyo de familiares y amistades”, comentó Rossy.
Gracias a esa solidaridad realzó su autoestima, se aferró más a Dios y en un año superó el trauma que casi la hace perder la vida.
Una vez se reanimó, concluyó el bachillerato, el cual había abandonado, se casó por la Iglesia católica con su esposo, con quien había procreado tres hijos y mantenía una unión libre.
Actualmente da los pasos para incursionar en la carrera de Psicología Infantil, a fin de que sus hijos universitarios tengan en ella un ejemplo de superación.
Rossy revela que su mal sirve de provecho
Rossy Báez, del sector Los Mina, aprendió a tener una actitud positiva y llevar una vida menos estresada. Se dedica a vender ropas y apoyar parte de las 567 personas con cáncer que cada año se vienen diagnosticando en los últimos 5 años, en el Instituto de Oncología “Dr. Heriberto Pieter”.
Sólo en la Liga Dominicana contra el Cáncer durante el año 2012 fueron atendidos 31,379 pacientes; y en el Instituto de Oncología otros 1, 609, de los cuales 571 se diagnosticaron positivos.
Andrés Lugo, Jefe del Servicio de Mamas del Instituto Heriberto Pieter, afirma que estudios revelan que 1 de cada 8 mujeres desarrollará un cáncer de mama. Esto motiva por segundo año a que Cereales Fitnes impulse la campaña Juntos por la cura”.