Es penoso que un “líder de opinión”, gústenos o no su carácter, desbarre vergonzosamente afirmando que Duarte fue cobarde, “depresivo y homosexual”, histérico y canalla “sin carácter ni cojones”; y ¡ninguna autoridad diga nada!
El Padre de la Patria no pudo ser cobarde, pues en pleno apogeo del invasor haitiano organizó y fue líder indiscutido de La Trinitaria, la organización secreta a la que debemos la feliz separación de Haití. Ningún análisis por historiadores serios apunta a que fuera depresivo.
Homosexual tampoco fue y ninguna de sus mujeres nunca lloró porque acosara a parientes varones. (¿Y será cierto?).
Tampoco hay testimonio ni evidencia de que Duarte padeciera alguna enfermedad nerviosa crónica que lo excitara anormalmente, o sea tampoco fue histérico.
Tuvo tanto carácter y cojones que soñó lo casi imposible. Tan pedestre y errado juicio de Duarte quizás define mejor al opinante, con otro de sus soeces epítetos atribuidos al Patricio: “canalla”.
Porque, escogiendo entre Duarte y su desquiciado denostador, ¿quién es realmente “gente baja, ruin, persona despreciable, de malos procederes”?
