Campañitas

La expectativa de cambios en el Gabinete tiene a muchos funcionarios como rolitas en zinc caliente, caminando con brincos.

A varios les han atacado con una virulencia que revela otro interés que no es sólo de buen periodismo. Otros por más que los critiquen justificadamente, como el zar eléctrico que promete “beneficiar” al pueblo con apagones financieros, ríen tan campantes como Roosevelt al ganar su cuarta presidencia en 1944. Ambicionar la jefatura del Estado u otro puesto público motiva maquinaciones en detrimento del Gobierno al cual sirven o aspiran servir algunos malandros.

Una reciente víctima es el joven ministro de Vivienda, elogiado por el presidente Abinader y orondo por su inesperada popularidad según sondeos de opinión pública.

Este político, Carlos Bonilla, podría ser acusado por hacer demasiado, contrario a otros. Por ejemplo, en 2024 fueron entregadas 9,000 nuevas viviendas y reparadas mas de 50,000.

Incluye entre sus logros cuestiones quizás ajenas al MIVED, como entregar camas y construir o reparar hospitales; inaugurar tres extensiones de la UASD y restaurar monumentos como el Alcázar.

Y es valiente: también rescató el faro del Almirante. Tantos bréjetes mediáticos de buenos y malos funcionarios ponen a guisar a comunicólogos, que confunden a incautos, pero dudo que tantas díscolas opiniones dañen o perjudiquen más que los tercos hechos. Las mentiras -en bien o en mal- por cojas no llegan lejos.