Campaña ochentera

Campaña ochentera

Campaña ochentera

Dunia De Windt

Mientras el mundo atraviesa situaciones políticas y socioeconómicas de gran envergadura que son analizadas en grandes de debates con resultados más o menos tangibles, en este país nuestros pretenciosos políticos solo se limitan a encaramarse arriba de una jeepeta (Jeep), alzar los brazos en barrios que en su vida visitaron ni se asomaron, regalan dádivas y promesas gastadas, abrazan al bebé de turno y a la envejeciente despeinada que encuentran a su paso, o también como el aspirante a la Alcaldía de Santiago Abel Martínez que en Santiago regala pica pica, pollo, arroz, mosquiteros y su calendario con fotografías de su persona cual macho alfa. Sí, ese es el tipo de campaña política que en pleno siglo XXI nos acompaña desde los años 80.

Estos políticos del patio con mentalidad empequeñecida no han cambiado ni un ápice, a pesar de que el mundo avanza y con esto, las maneras y formas de campaña política se pulen con el tiempo.

De hecho, hay países que ni fotografías ves de candidatos en calles y avenidas, por el asunto de intoxicar la visibilidad del conductor o transeúnte o porque simplemente las enormes vallas con fotos desproporcionadas están obsoletas.

En esos países donde existe el debate la campaña politiquera se traslada a la televisión, radio y redes sociales, a escuchar y discutir con el contrincante los planes a ejecutar, visitan universidades para intercambio con estudiantes, hacen encuentros públicos de preguntas y respuestas.

Aquí los encargados de comunicación política y campaña de los candidatos solo se limitan a colgar las fotografías de sus actividades en las redes sociales creyendo que así ganan prosélitos a sus causas.

A estos políticos, incluido el presidente Medina, les falta voluntad de diálogo público, ganas de debatir con el contrario sus planes, programas de gobierno y responder algunas cuestiones de suma importancia que este pueblo anhela.

Es terrible la ausencia de importantes encuentros no solo de cara al electorado, sino cada uno de ellos internamente en sus propios grupos.

Tampoco ningún medio de comunicación tradicional aboga por realizar debates con los aspirantes a la Presidencia. Los medios online, plataformas idóneas para acercarse al electorado, no les interesan a los encargados de campaña que no tienen las neuronas suficientes para proponer un encuentro digital con el pueblo y los candidatos, como hacen en la mayoría de los países con criterio político y buenos manejadores de la comunicación política. Para eso están las redes y no cuesta ni un peso este acercamiento.

Los políticos de aquí prefieren callar, cobrar los millones que festina la JCE y justificar de manera absurda la falta de debates y se recuestan en ese anquilosamiento y hastío de esta sociedad.

Así nos va como nación. Un electorado que acude como borregos cada cuatro años a votar por lo mismo, bajo un circo de poca credibilidad, a repetir la misma cantaleta y metedura de pata sin ni siquiera conocer los “programas de gobierno” de los candidatos por los que votan, incluidos los partidos emergentes.

No exigimos, no preguntamos, solo vamos a votar “por el menos malo”.
El hombre sigue siendo ese animal que se topa con la misma piedra perennemente… y no cualquier animal.



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