Hugo López Morrobel
No hay duda de que existe un plan muy bien organizado con el objetivo de dañar al máximo posible la figura del ex pelotero David Ortiz, uno de los máximos representantes de la buena imagen y cordialidad de los dominicanos en Estados Unidos y otras partes del mundo.
Es un irrespeto solicitar a la justicia que haga un examen toxicológico para determinar si consume drogas, por supuestos comportamientos con su ex pareja y el hijo que procrearon.
Después del vídeo que circuló hace unos meses donde David se presentó frente a una residencia de su propiedad, reclamando que se la desalojaran, no han parado los intentos por destruir y aniquilar su buena imagen, bien ganada ante la sociedad.
Alegar que ese comportamiento, es decir, reclamar algo suyo, obedece a que consume marihuana o cocaína, es sencillamente imperdonable, y menos cuando proviene de la madre de un hijo suyo.
Por suerte, esa instancia de proposición de diligencias depositada ayer, es que el caso lo conocerá el juez Alejandro Vargas, un maestro en la aplicación de justicia y quien conoce muy bien “por donde le entra el agua al coco”.
La acusación parece sacada de una película de ficción, al declarar los abogados de la demandante que proponen determinar las causas de los cambios conductuales que, según ellos, obedecen al uso de sustancias ilícitas.
En la acusación a David, se recurre al código del menor, una forma de intimidar y buscar respaldo de la sociedad, al presentarlo como un malvado que maltrata a un hijo menor. ¿Hasta dónde llegarán con este show de mal gusto?
