David Alvarez
Una campaña electoral se parece más a un juego de ajedrez o de póker que a cualquier otra cosa. Una receta para el fracaso es cuando el partido o el candidato toma decisiones de campaña en función de coyunturas o por escuchar a cualquiera que le venga una mañana con un idea peregrina.
El fracaso del PRM promoviendo un vídeo en que haría denuncias sobre el gobierno de Danilo Medina sirve de ejemplo.
Antes que anunciaran dicho vídeo, el PLD denunciaba un plan del PRM para difamar al Presidente de la República.
Sólo ese hecho debió llevarlos a no seguir con su propuesta: los peledeistas conocían su intento y estaban disolviendo su impacto anticipadamente. Siguieron con el proyecto y al negarse los dueños de las plantas televisoras a trasmitirlo lo colgaron en las redes sociales, sin mucho impacto.
El vídeo no era lo esperado. Todo lo dicho había sido usado por voceros del PRM antes. Iniciaron una campaña indicando que los medios habían sido presionados por el Gobierno para no difundirlo. Al final provocaron un reacción de los dueños de medios que indicaron que fue su decisión, sin presión del gobierno, debido a puntos difamatorios del vídeo.
Resultado para el PRM: anuncian un vídeo con denuncias novedosas que no eran tales, casi nadie le prestó atención en las redes sociales, y provocan que los dueños de los medios de comunicación defiendan al gobierno y destaquen que en el vídeo había puntos difamatorios.
Quien los involucró en tal metedura de pata no es su amigo.
