Camisas de fuerza contra el crimen

Camisas de fuerza contra el crimen

Camisas de fuerza contra el crimen

Roberto Marcallé Abreu

MANAGUA, Nicaragua. Si de una realidad debemos hacer definitiva conciencia los dominicanos es que con actitudes tibias y complacientes no vamos a salir de las graves dificultades que obstaculizan crear “un estado de situación” que nos permita, como pueblo, concretar los ideales y sueños que yacen en nuestra conciencia desde la fundación misma de la República.

Todos, comenzando por nuestros Padres de la Patria, Duarte, Sánchez y Mella, hemos soñado desde siempre con un país próspero, organizado, seguro, con metas de desarrollo y progreso definidas, con la erradicación definitiva de la pobreza, el hambre, el desempleo, la enfermedad, la delincuencia, con un ejercicio justo pero implacable de las instituciones que imparten justicia.

Creo, firmemente, que nadie se ha aproximado e impulsado más esos ideales y propósitos del ciudadano, que el presidente Abinader.

Pero, como es natural, ante los intentos reiterados por enderezar la denominada “cosa pública” los obstáculos se han multiplicado. La protesta sistemática y feroz de quienes se han enriquecido hasta la saciedad con nuestro desorden histórico y de aquellos que aspiran a sumarse a esta casta de privilegiados, representan un obstáculo de envergadura.

Salvo contados momentos, desde la desaparición de la tiranía trujillista en el 1961, el país ha logrado algunas metas. Solo quenuestros males históricos y las manifestaciones de nuevos males han venido a ocupar un lugar de singular importancia

El ideal del Ejecutivo yace en el corazón del pueblo dominicano: un país orgulloso de sí mismo, de instituciones sólidas y fuertes, donde las reglas sean claras y definidas, un país donde predomine la paz, el progreso, la solidaridad, la decencia, el respeto por nuestra nacionalidad y que el ciudadano sea un modelo a seguir.

Estos ideales han tropezado con sectores a los que tales programas y planes se les figuran como una verdadera maldición. Son los mismos que prefieren una justicia venal, un mercado de sentencias, de tolerancia ilimitada para el que posee los recursos, un antro de desigualdad, violaciones, irrespeto y corrupción desaforada, el abuso contra el débil, la ilegalidad, el negocio turbio, la violencia ante cualquier impedimento a sus propósitos.

Esos sectores son los responsables de crear un estado de desasosiego, de violencia, de irrespeto a la autoridad, de terror, abuso y violencia que mantienen a la sociedad en un estado de zozobra.

El presidente ha dicho que este estado de cosas será enfrentado con toda energía por los organismos competentes. Las Fuerzas Armadas y la Policía están en las calles en actitud de darle la cara a los antisociales en su propio terreno.
A esta crítica situación hay que ponerle una camisa de fuerza, enfrentarla sin miedo ni medias tintas.

El pueblo debe organizarse para hacerle frente a atracadores, asesinos, narcotraficantes, y depredadores de toda naturaleza con un solo propósito: devolver la paz al país. No hay otro camino que no sea colocar una camisa de fuerza para inmovilizar y detener la ilegalidad y el crimen.