Aprender es estar dispuesto a pensar, preguntar, escuchar, observar, reflexionar y actuar en consecuencia de este conocimiento.
Teniendo en cuenta que el ejercicio de estas acciones, en todos los aspectos y niveles, es individual, debemos entender que la humildad y apertura a dar y recibir es fundamental en los caminos del aprendizaje.
En el infalible proceso de la existencia (nacer, vivir y morir) es importante estar claros que vivir es la jornada temporal que implica aprender, y cada una de las cosas que nos pasan traen consigo un aprendizaje; cada persona que se cruza en nuestros caminos deja su granito de conocimiento y experiencias. Y es ahí donde debemos estar alertas para descubrir lo que nos viene a dejar como legado.
Para aprender cualquier cosa debemos entender que el conocimiento es precursor de la acción, pero la acción no es necesariamente la precursora del conocimiento. Así que lo esencial es conocernos a nosotros mismos antes de pretender conocer a otros u otras cosas.
Es importante tener claro que la instrucción incluye amar, perdonar, cerrar ciclos, establecer principios, expandir la conciencia, entrenar la paciencia, subordinar el ego, disolver los apegos, superar contiendas entre criterios, percepciones e inseguridades, definir prioridades, tomar decisiones y asumir las consecuencias.
Aprender es ineludible. Todos hacemos el recorrido.
A unos nos cuesta más que a otros, pero a todos nos toca. Y ya que estamos vivos nos toca vivir en un estado de aprendizaje constante; abramos nuestra mente y corazón al aprendizaje. Bien lo dijo Buda: “Los caminos son para caminarlos, no son destinos finales”.
