Camino a los 60 años: ligeros cambios del dominicano de ayer al de hoy
El dominicano es bastante adaptable. Cuando no entiende algo, pero se le impone, se encoge de hombros y fluye. Un día, sin embargo, puede empezar a sentir incomodidades y surgen explosiones bajo variados impulsos; de allí a un levantamiento violento e irracional la distancia no es larga.
Un dominicano de hoy no cree prácticamente en nada. Fluye como los gases en la dirección de la brisa del momento y pone más interés en la diversión y el dinero que en la política.
¿Ha sido siempre así? Se adapta y trata de ser exitoso. La última vez que un hecho estuvo a punto de sacarlo de la adaptabilidad y la fluidez fue en 1994, ante unos resultados electorales que una parte de la población no aceptó; fueron los días de la crisis del voto del 16 de mayo de aquel año.
No fue una crisis política, porque antes de que el control del poder estuviera en juego fue alcanzado un acuerdo entre líderes —asomados entonces al final de sus carreras— y pactado un nuevo proceso electoral en dos años.
Digamos tras esta mirada resumida sobre el dominicano de hoy, que hace 64 años, cuando eran acuñadas entre conflictos las líneas generales de la sociedad —sí, como las sociedades comerciales— para la gestión de los activos y pasivos, entre actores de primera, segunda y tercera línea, el dominicano era bastante rígido, le costaba acomodarse y lo agobiaba la impaciencia.
Las tensiones acumuladas provocaron varios estallidos y a unas elecciones realizadas con éxito las corrompió un golpe de Estado: el del 25 de septiembre del 63.
Al golpe lo siguió un gobierno de facto, a este un levantamiento guerrillero liquidado con el asesinato de su líder, Manuel Aurelio Tavárez, en diciembre del referido año; la metamorfosis del gobierno de tres a uno de dos y de este a uno personal, fue un síntoma ignorado.
Una parte de la población estaba ideologizada con las particulares doctrinas marxista y socialcristiana. Eran pocos, pero igual lo habían sido los matadores de Trujillo, los exiliados vueltos al país el 5 de julio del 61 y los golpistas del 63.
Y como eran más las tensiones acumuladas que las liberadas, el golpe del 65 se convirtió en guerra, la cual cumplirá en dos meses 60 años.
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