SANTO DOMINGO.-El proyecto educativo Caminantes posee un legado de 25 años de trabajo continuo en rescate de miles de niños y adolescentes del municipio de Boca Chica en condición de desprotección.
Con notoria emoción Silvia Denisse Pichardo relata que todo empezó cuando el Servicio Mundial de Iglesias de Estados Unidos la solicitó para realizar un diagnóstico en la zona en la década de los 90.
Los resultados fueron desgarradores, cuenta, ya que arrojó que decenas de niños, entre 13 y 14 años, vivían en las calles, trabajaban como limpiabotas, recogiendo botellas, faltaban a la escuela y eran víctimas de abuso y explotación sexual, y su única aspiración para el futuro era que un turista se los llevara.
Pichardo afirmó que al descubrir el triste escenario en que crecían estos infantes, lo cual comparó como “Sodoma y Gomorra”, no tuvo el valor de echarse hacia atrás, más bien decidió aportar su granito de arena en favor de ellos.
Sus orígenes
La líder comunitaria creció en Moca, provincia Espaillat, en el seno de una familia humilde, recatada y muy tradicionalista. Desde muy joven asumió la consagración laica, formando parte del Instituto Secular Nuestra Señora de la Altagracia, mejor conocido como “Las Altagracianas”.
Allí aprendió a amar al prójimo y a depender de la fe cristiana, la misma que le permitió iniciar el desafío de crear un cambio social en Boca Chica, pese a las grandes dificultades que allí existían.
Sin recursos, y sin conocer a nadie, solo con una mochila a cuesta y un corazón ardiendo por hacer algo por esos niños, Pichardo comenzó a recorrer la playa y las calles de la comunidad para llamar su atención.
Por sus vínculos con la Iglesia católica obtuvo el respaldo de la escuela pública y así conformó el primer grupo compuestos por unos 30 niños, a quienes educó con un enfoque en valores y principios morales y cristianos.
Con nostalgia recordó que de ese primer grupo surgió el nombre de Caminantes, a raíz del lamento de un pequeño que se quejó porque caminaba mucho en las calles en busca del sustento para sobrevivir.
Otros corazones fueron inspirados por la loable labor de Pichardo y ofrecieron sus fuerzas, techo y ayuda económica para extender el trabajo. Por esos vínculos formalizó el centro formativo de rescate.
Un sueño hecho realidad
Tras un profundo suspiro, Pichardo rememoró que luego de pasar tres años trabajando bajo una árbol, lograron arrendar un local en 1998, el mismo que hoy acoge a más de 900 niños que cada año reciben para reforzar su educación a través de cursos técnicos y orientación psicológica.
Explicó que pese a no recibir presupuesto del Gobierno, Caminantes no se detiene y continúa desarrollando programas, que consisten en prevención de enfermedades venéreas, a través de dinámicas deportivas; proyecto chicas brillantes, basado en charlas con historia de mujeres marcadas en su niñez.
Además, encuentros pedagógicos para reforzar el aprendizaje, liderazgo comunitario y la formación de jóvenes para que sean multiplicadores de otros en similar condición.