Evaluar la cantidad de informaciones que se produce en República Dominicana en apenas siete días es una tarea en verdad titánica y más en estos tiempos.
Pese a ser un país relativamente pequeño y de una población no equiparable a la de otros países, el volumen de acontecimientos y situaciones que se produce entre nosotros parece desbordar todos los parámetros.
Estimula y enaltece la presentación de memorias efectuada por el presidente Luis Abinader. Estas vienen a ser como un termómetro del ejercicio oficial, así como del comportamiento de numerosas variables que nos ofrecen una idea de los destinos a los que nos encaminamos.
Antes de mencionar aspectos esenciales de la vida del país es preciso llamar la atención sobre realidades que no pueden ni deben soslayarse.
Tropezamos con el dolor de cabeza que sigue siendo Haití. El gesto incalificable de no asistir a la ceremonia de inicio del segundo mandato del presidente Luis Abinader utilizando excusas baladíes nos dice claramente el sentir y el pensar verdadero de quienes dirigen esa “nación”.
Mientras el país carga con el enorme peso de atender a miles de parturientas provenientes de ese país colapsado, de proporcionar salud gratuita a sus nacionales e impartir educación a una parte sustancial de su población en edad escolar, los haitianos no disimulan su animadversión e incompatibilidad irracional hacia sus vecinos.
Importa recordar que el gobierno que preside Luis Abinader alcanza su primer periodo en un ámbito de realizaciones y reordenamiento institucional que debe tomar mayor impulso en el curso de estos venideros cuatro años.
No soslayemos el hecho de que son muchos los problemas que tenemos por delante y numerosas las decisiones que será necesario asumir para encaminarnos, de manera firme e irreversible, hacia metas de progreso y desarrollo superiores, muchas de las cuales ya están tomando forma de manera muy consistente.
Es preciso poner en primer término un deslinde definitivo con Haití y su inescrutable y azaroso destino. El Ministerio Público debe continuar su ejercicio persecutorio de las inconductas con una firmeza indeclinable. Es de primer orden frenar el intolerable costo de la vida.
Es imprescindible reformar numerosos códigos e instituciones como lo es combatir con rigor la delincuencia, proteger a la mujer y a la niñez. Es esencial que todas las instituciones cumplan adecuadamente la misión para las cuales fueron creadas.
El país ha adelantado sustancialmente en muchos sentidos bajo la administración del presidente Abinader. Este espacio es pequeño para hablar de las reformas y cambios que es preciso implementar a fin de que sigamos avanzando, aunque bien se puede creer que muchas de estas transformaciones pronto serán realidades palpables y concretas en este nuevo periodo, como ya ha ocurrido con otras aspiraciones colectivas. Aguardemos.
El país ha logrado metas sustanciales en estos cuatro años.
El propósito es seguir avanzando, reformando, corrigiendo y continuar los esfuerzos hacia un destino cada vez más promisorio y esperanzador para todos los nacidos en esta tierra.