“Si quieres cambios verdaderos, camina distinto” leí por ahí, expresión muy similar a la trillada frase, atribuida a Albert Einstein, “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Luego de estos días de asueto por la Semana Santa y casi a mitad de año, sí, ya han pasado 4 meses de este 2022, es propicio para pasar balance y evaluar los resultados.
A fin de cada año, las energías siempre se mueven en el cambio. Estamos alegres, felices y con deseos renovados. Nos trazamos metas, tomamos decisiones y enumeramos las acciones necesarias para lograrlas. Ahora te pregunto: ¿Cómo vas con tu lista? ¿Haz revisado tus metas? ¿Te has movido de tu zona de confort? ¿Pasaste del querer a la acción?
Me dirás, “bueno, las cosas están difíciles” o “hay que esperar a ver cómo sigue la cosa”, expresiones comunes propias de la vida cotidiana dominicana. Vamos postergando y postergando y, de repente, llega diciembre y nos topamos que las aspiraciones de la lista siguen firmes, pero en el papel, no en la realidad, ni en nuestro día a día. Pasan los años, y somos fieles a esta rutina de “euforias decembrinas a la justificación de nuestra realidad”.
Justificamos a otros y a nosotros mismos.
Repetimos el patrón como si viviéramos dentro de un círculo y no encontráramos la salida. Pueden ser vivencias relacionadas con nuestras emociones (miedo, ira, culpa, inseguridad o angustia), con nuestra autoestima (la forma en la que te ves y te relacionas), con nuestras relaciones personales (rupturas, dependencia o falta de asertividad) o incluso en la parcela profesional (sentir que tenemos un techo y estabilidad, aunque con demasiado estrés).
¿Cómo conseguir salir de ese círculo? No es fácil, requiere determinación y sacrificios, pues la única forma de conseguir cambios en tu vida es a través de tu propio cambio personal.
Pero recuerda que el cambio real, auténtico y profundo no es algo que se consiga con vídeos o charlas sino viviendo un proceso profundo de transformación donde descubras qué tiene que cambiar o desarrollarse en ti para que todo lo demás cambie. No puedes cambiar lo que ocurre fuera, pero sí tu forma de relacionarte contigo, con los demás y con el mundo.