Es imprescindible saber que al principio del enamoramiento, la atracción física nos arropa; nos deleita estar cerca de quien estamos enamorándonos, invadiéndonos una sensación de alegría, soñamos despiertos, nos domina la pasión.
Al pasar el tiempo, esta locura e intensidad de la pasión va atenuándose, ya no ponemos tanta energía o empeño en estar todo el tiempo cerca de esa persona, mas aumentamos la necesidad de ocuparnos de ella, estamos pendientes de sus necesidades y el vínculo afectivo se va desarrollando paulatinamente.
Cuando esto ocurre, muchos piensan que están perdiendo la pasión y el interés por el otro
y a pesar de que es más fuerte la afectividad, entienden no estar tan interesados como
antes. Nada más lejos de la verdad.
Simplemente la relación está evolucionando, descubriendo características del otro, conociéndose y madurando.
En esta etapa, muchos se permiten coquetear con alguien y si es correspondido puede
sentirse muy gratificado, lo que lo impulsa a comenzar el ciclo de nuevo.
Esto es muy peligroso, ya que puede hacerle perder la relación que ha estado construyendo y que podría llevarle a la formación de la familia ideal.
Es el momento de apartarse del coqueteo y utilizar su creatividad para impulsar el desarrollo de su relación amorosa para lograr mayor confianza, comunicación más íntima, aceptación mutua y valoración, conciencia del dar y recibir, expresar abiertamente los sentimientos, comunicarse las preferencias y preocupaciones, compartir sus sueños y desarrollar al máximo la intimidad emocional, además de la física.