Es una palabra corta y que buscamos hacer fácil, siempre que no sea aplicable para nosotros.
¿Por qué tan difícil? Porque el ser humano se regodea en lo cómodo, en los hábitos que se establece y no ve la necesidad real de cambiar si no es a partir de la experiencia y dice, hasta aquí.
Cuando se trata de insistir en que los demás cambien para yo sentirme satisfecha, se convierte en un verdadero handicap, sin querer nos encontramos con un muro de resistencia, porque le estamos diciendo al otro que está actuando de manera errada, que puede ser cierto o no, o solo nuestra percepción, en lugar de permitirle darse cuenta, que viva su experiencia. ¿A quién le tocaría transformar la actitud? A nosotros. Esto nos permitiría tener paz, aunque no cambie la situación, pero sin duda con efecto positivo para nosotros porque ya no sería la misma actitud.
Nada se compara a atravesar las sombras, descubrirlas y sublimarlas hacia la luz que vive en nosotros.