Como ustedes saben, no existe una farmacopea para los ignorantes fanáticos. Quizás para los que padecen de casos de brujerías, o de adicciones de drogodependencia. Pero en esta ocasión mi foco de interés son los infelices muchachos de la calle 42, en Capotillo.
Sin darse cuenta están sumergidos en la catástrofe de la invasión haitiana que está frustrando la identidad de nuestro pueblo.
La sugestión fanática comprende un campo de estudio muy amplio y este puede entroncarse en el derecho penal y las ciencias medicolegales, sobre todo en la investigación de crímenes seriales o sociópatas, que orillan los extremos del comportamiento identificado como violento o maligno. Pero hoy trataremos un problema para expertos y sabios de la antropología, que nos enfrenta una situación miserable de la civilización decadente, que amenaza el orden social de nuestro país.
Deseo empezar mencionando las reacciones primitivas de nuestra cultura barrial que en la danza vernácula y en el arte popular, empieza a captar a los mozos y adolescentes de 42 del Capotillo. Ellos manifiestan expresiones sublimadas y supersticiosas de la religión y de la cultura haitiana, aunque se trate por el momento de hechos inofensivos.
El destino de la sugestión es que todas las expresiones culturales fanáticas se vuelven violencias futuras y hay casos en que entran en guerras grupales por comportamientos fanáticos, que obedecen ciegamente en los grupos en los que han entrado a ser sus miembros. En la calle 42 del barrio Capotillo está llegando el caos. Uso intenso de drogas, bailes zombies y transculturación.
Las condiciones de la sugestión fanática se apoderaron del lugar; la transculturación no se mueve de acuerdo a las leyes de la química, o la física, sino que es una cuestión religiosa, étnica, psicológica y social, que viene aparejada a las condiciones en que se da la inmigración intensa que sufre el pueblo dominicano, con los nacionales haitianos.
El problema de la calle 42 también bien parece un caso no sólo para antropólogos, sino para para criminólogos, porque muy pronto va a producirse crímenes por sugestión fanática, y todo por la nosología del ignorante fanático, que se está formando en el lado este de la isla; es decir, nosotros.
Están ocurriendo muchos incidentes con respecto a la penetración de la cultura dominicana en nuestro país. No le estamos poniendo carácter al asunto.
Y pronto la justicia penal, incorporará en sus sumarios casos de desequilibrio mental, con descripciones de sujetos con episodios de posesión fanática, o como dicen los psiquiatras, en estado extático-convulsivos.
La masa de gente que está ya absorbida por la marginalidad, ahora entremezclada con inmigración haitiana, no es ni ignorante ni fanático; es decir, nos referimos a un déficit invaluable de convivencia, por razones que un estudio probaría como falta de educación, falta de cultura formal, o distanciamiento del ejercicio intelectual de la que está siendo mencionada.
Lo de la 42 no es un problema orgánico del individuo, de salud pública, es coyuntural y social.
¿Cómo se muestra ante nosotros el ignorante fanático? Si fuera un enfermo mental, quizás sea un delirante, pero como no lo es, quizás se muestre ante nuestros ojos como sujeto sugestionable y fanático de insistir en ese comportamiento.
La inmigración haitiana está trayendo ciertos elementos, que hay que considerar como social y políticamente peligrosos: sus ideas religiosas de la supervivencia, el vudú o montarse en santos, la mentalidad del haitiano ante el drama de la inmigración.
En fin, una sugestión es una idea que nos viene ya hecha desde fuera. Se concibe que la sugestión puede provenir, no sólo del lenguaje, de los mensajes radiales y hasta de las protestas de grupos humanos.
Concluye este artículo sospechando si alguien está dirigiendo esta nueva forma de penetración cultural.