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Cada cosa en su lugar

El primer lunes de diciembre siempre llega con un aire distinto… no es cualquier mes, es uno que nos invita a detenernos, respirar y mirar hacia adentro.

Y es que el mes 12 doce del calendario tiene el poder de volver loca a las personas, entre tapones, celebraciones, compras, doble suelto, limpieza y remodelaciones, cambios y, por qué no, pasar balances, … estos 31 días son un recordatorio del nuevo comienzo que trae un nuevo año.

Este mes de festividades es territorio de balances. Tiempo para ordenar, soltar, agradecer y prepararnos para lo que está por venir. Y sí, a veces ese ejercicio nos mueve de nuestro terreno seguro, porque implica reconocer lo que ya no resuena con nosotros, como proyectos que dejaron de ilusionarnos, vínculos que se desgastaron, hábitos que pesaron más de la cuenta o silencios que nos dijeron más que mil palabras.
En ese proceso de ordenar, cada uno, con cada cosa, hay un acto profundo de amor propio.

Debemos recordar que no se trata de juzgarnos ni castigarnos por lo que no logramos, lo que postergamos o las veces en que el cansancio nos ganó… se trata de mirarnos con honestidad y dulzura, entendiendo que cada paso, incluso los que parecieron retroceder, nos revelaron algo importante sobre nuestro camino.
Date el permiso de mirar con atención e intención.

Este inicio de mes es una antesala, una puerta entreabierta hacia el final del año. Y desde aquí podemos empezar a hacer un inventario emocional: ¿qué avanzó?, ¿qué se quedó estancado?, ¿qué aprendimos?, ¿qué debemos agradecer? Cada respuesta, lejos de ser una sentencia, es una brújula que nos muestra dónde estamos parados y hacia dónde queremos dirigirnos.

Se limpia, ordena y suelta
Porque al final, diciembre no viene a presionarnos, viene a prepararnos., recordándonos que para recibir lo nuevo hay que hacer espacio desde la conciencia: se limpia, ordena y suelta.

Se deja ir lo que ya cumplió su ciclo para darle la bienvenida a lo que llega alineado con nuestro crecimiento y felicidad.
Hoy, este primer lunes de diciembre, me permito abrazar esa verdad: que todo lo vivido, ya sea bueno, duro o inesperado, forma parte del aprendizaje que nos llevará exactamente al lugar al que queremos llegar.

Sin prisas ni recriminaciones, con gratitud por el camino y la certeza de que cada uno, poco a poco, pondrá cada cosa en su lugar.
Diciembre nos recuerda que ordenar también es avanzar.
Y que avanzar, incluso desde el silencio, ya es un acto de fe.

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