Es absurdo e ilógico asumir que fueron corruptos todos los pagos hechos por Odebrecht por compras o servicios relacionados a las obras construidas para gobiernos de varios países.
Si vender regularmente productos o asistencia profesional fuese inmoral, ilegal u objetable éticamente, sólo porque quien compra resulta posteriormente acusado de algún ilícito, sería imposible en cualquier sociedad hacer diariamente todas las transacciones y operaciones de negocios necesarias.
Pensé esto al ver cómo al economista Andy Dauhajre, uno de los consultores regionales mejor capacitados por sus credenciales académicas y experiencia profesional, lo embarran en el escándalo de Odebrecht por haber realizado eficaz y exitosamente una asesoría para organizar el financiamiento de la Central Punta Catalina.
Ningún conocedor de los mercados financieros internacionales se asombraría por el monto de los honorarios profesionales para gestionar créditos por muchos cientos de millones de dólares.
Andy ha pisado suficientes callos para que esto motive alegría entre críticos y adversarios, pero tenemos demasiados pillos, ladrones y corruptos reales para equiparar el trabajo profesional excelente con excrecencias y corruptelas.