Me puse a curiosear la situación del Colegio Dominicano Periodistas, tras la publicación de la obra de Miguel Guerrero, “Jaque a la Libertad”, sobre el derecho de no asociarse a colegios profesionales, cuya presentación con mucho agrado hice y que leyó el abogado Andrés Bobadilla por encontrarme fuera del país.
Fue penoso constatar por publicaciones recientes que, lejos de fomentar la excelencia, cuidar los aspectos éticos o que sus autoridades demuestren la mínima destreza gerencial para su mantenimiento y operación con decoro, ocurre como con casi todas las asociaciones profesionales, que es poco más que un sindicato mal llevado.
No me asombró que, al expresar sus intenciones, el presidente del CDP ofreció procurar que el Congreso modifique la Ley 10-91, que creó al colegio, y su reglamento.
El propósito sería “reglamentar el ejercicio del periodismo responsable y castigar a quienes usurpan la profesión”. ¡Caray! Es increíble cómo treinta años después, haya todavía quienes sueñan con controlar al periodismo por medio del CDP, incapaz hasta de reconocer sus incapacidades. ¡Qué cacasenos somos algunos “perioditas”!