Hay muy poco tiempo y algunas claves básicas que aprender en este artículo para entrar ahora en el debate si las personas, al igual que un vehículo o un jabón, son un producto o una marca. Diremos que sí, las personas son un producto y una marca, la diferencia es que su objetivo es diferente en el mercado y el proceso posicionamiento, comercialización y compra también.
Hay que ser algo para alguien
Es imposible definir e iniciar un proceso de posicionamiento sin determinar los mensajes claves que nos ayudarán a construir un mapa de significados en la mente de nuestros públicos, el cual se convertirá en la ruta que los llevará a identificar a esa marca como única, de acuerdo a los beneficios que aporta.
En ese proceso, también debemos idealizar para qué le sirve este producto o servicio, cómo se sentirán al usarlo, cómo le verán los demás, cuáles serás sus símbolos, sus valores, su personalidad, qué comunicará y cuál será, en resumen, su identidad.
El nombre lleva un concepto
Si es cierto que la mejor mente para posicionarse es una que sea virgen, que no esté penetrada por otra marca, igual de cierto es que un buen nombre que explique el beneficio principal del producto o servicio, inicia el posicionamiento.
Puede, entonces, que por eso cuando el común de las personas van a comprar un pañal desechable para un niño pide un Pampers, aunque desee una marca diferente, y otros tengan un iPhone y no un celular, en ambos casos hay improntas de nombre y de beneficios: un nombre muy popular por ser el primero y otro que da estatus, es sinónimo de modernidad y elegancia, por la segmentación de precio y exclusividad que ha posicionado.
La realidad existe, pero en la mente
En política y en comunicación la percepción es la realidad. Lo importante es enfocarse en la forma de percibir que tienen las personas que van a recibir el mensaje, no en la realidad del producto o en la realidad que tenemos nosotros.
Posicionarse es ir a una guerra de percepciones donde el campo de batalla es la mente del consumidor, donde cada ataque debe ser un mensaje muy concreto, repetido con frecuencia, de diferentes formas, además de ejecutado de una forma excelente, en forma, tiempo y espacio.