Esta vez no se trata de días buenos. Con la partida de Radhamés Gómez el mundo ha quedado incompleto.
El periodismo dominicano, de manera muy especial, pierde uno de sus pilares.
No se lo lleva todo, sin embargo, el amigo Radhamés.
Nos deja su ejemplo de valentía para decir sus verdades cuando tuvo que hacerlo; su buen humor para bajar las tensiones en los momentos de crisis; su lealtad y solidaridad con los desvalidos; y su culto a la amistad sincera.
Compartí con él episodios gratos e ingratos, pero en todos los casos, a lo largo de una relación de más de cincuenta años, prevaleció un sentimiento de respeto recíproco siempre sincero.
Se nos fue Rhadamés, pero su huella queda estampada en los que fuimos sus verdaderos amigos.