Con el propósito de ganar seguidores para su causa, la iglesia “Universal” en la República Dominicana, produce el programa de televisión denominado “Problemas y soluciones”, el cual se difunde los jueves, a las 10:30 de la mañana, por el canal 8.
En el mismo se tratan situaciones que afectan a una determinada proporción del conglomerado nacional, como por ejemplo, problemas como intento de suicidio, depresión y otras serias condiciones.
Estos problemas son tratados vinculados a la práctica de la brujería en el país y a la posesión de “espíritus malignos”.
Esta vinculación se hace de una manera muy extensa y marcada, haciendo que los supuestos efectos buscados en realidad se conviertan en efectos contrarios.
Viendo con detenimiento la cuestión, en el programa, a lo mejor sin quererlo, se imparten lecciones sobre brujería, porque eso y no otra cosa es lo que se hace cuando se habla y se muestra la existencia de ritos para afectar a otra persona, cuando se mencionan los ruegos a “seres” para la obtención de favores, o la petición de ayuda para el éxito de un “compromiso”.
El contenido de este programa es muy sugerente, pues además de aludir y explicitar sobre las prácticas de rituales de supercherías mediante las escenificaciones de hechos recogidos mediantefílmicas en cementerios, en el programa se tratan temas relativos a las 10 señales de “una posesión maligna”.
Para algunos estudiosos del tema, como el colega Dagoberto Tejeda, hay individuos denominados por él como “portadores de misterios”, que “no son personas comunes y corrientes, sino seres privilegiados que poseen las facultades de videncia y de posesión” (“Cultura Popular e Identidad Nacional”, tomo I, pág.4).
Por nuestra parte vemos el ejercicio de la brujería como el intento más rudimentario de abordaje y explicación de hechos y fenómenos de la realidad o no, y como un oficio que en gran parte de los casos es un modo de vida para rufianes y farsantes. Este ejercicio es, sin embargo, parte de nuestra amalgamada identidad nacional.
Irrita sobremanera que a lo largo del programa se lleve a cabo la intervención de personas que por su acento se les puede identificar de nacionalidad brasileña, quienes al producir sus comentarios y consejos en el marco de la exhibición de ritos de brujería, dan la impresión de utilizar ese recurso para fines propios, aprovechando los niveles de ingenuidad y de ignorancia de personas, en muchos casos, de estratos eminentemente populares, presentadas como transformadas como resultado del quehacer de los agentes religiosos actuantes.
Como sociólogo me siento en el deber de denunciar la insostenible escenificación que aquí hemos expuesto, por entender que la misma va en contra de la salud mental de una partede la población nacional, y porque, por tanto, va en desmedro de la calidad de vida de nuestra sociedad.