¡Bravo!

¡Bravo!

¡Bravo!

Rafael Molina Morillo, director de El Día

Me cuentan que en un vuelo entre Johannesburgo y Londres una señora blanca de unos cincuenta años llamó a la azafata para quejarse porque en el asiento de al lado había un negro y eso ella no lo podía soportar.

“Por favor –le explicó la azafata-, cálmese. Casi todos los lugares de este vuelo están tomados. Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera”.

La azafata se apuró lo más que pudo y volvió unos minutos después.

“Señora –dijo-, como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica. Tampoco hay lugar en ejecutiva. Pero sí tenemos un asiento en primera clase”.

Antes de que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó:

“Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias, el capitán consideró que sería injusto y escandaloso que alguien sea obligado a sentarse al lado de una persona indeseable…”

Y, diciendo eso, la azafata miró al negro y le dijo:

“Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias, el asiento de primera clase ya está preparado para usted”.

Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena, se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía.



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