Una parte importante de los nombramientos en cargos diplomáticos han servido para favorecer a personas afines al Presidente o al partido de gobierno. También para mandar a un “exilio dorado” a algunos individuos, satisfacer el ego de intelectuales sin vocación diplomática, pero adictos al buen vino, o para el mandatario quitarse de encima a algún aliado insistente que reclama su cuota en el Estado a cambio de su “lealtad”.
A partir de que Leonel Fernández le entregó la Cancillería al presidente del Partido Reformista, el fenecido Carlos Morales Troncoso, como un botín de guerra, ese importante ministerio se convirtió en un mercado persa, en la cuna del clientelismo. Con un personal tan supernumerario que llegamos a tener más representantes en organismos como la ONU que grandes potencias como China o Canadá.
Nos convertimos en el hazmerreír de la diplomacia internacional.
Y si bien es cierto que el excanciller Andrés Navarro inició un proceso de saneamiento de la nómina, la verdad es que se quedó muy corto. Ahí siguen embajadores y vicecancilleres que son en sí mismo un monumento a la vagancia y al oportunismo político cobrando salarios extraordinarios en dólares. Con el agravante de que muchos ni siquiera van de visita a los países donde están designados.
¡Son los zánganos más caros del mundo!
Pero nada de lo anterior es comparable con el abusivo nivel a que han llegado las cosas en la gestión del actual canciller. En la Cancillería tenemos hoy la más abyecta expresión del clientelismo.
Y todo con la bendición de quien tiene el poder de quitar o nombrar gente en detrimento del país e incluso de aquellos verdaderos diplomáticos que sí trabajan.
Solo en un país donde los funcionarios no se respetan, como el nuestro, donde la institucionalidad es una utopía, se recibe como si nada la noticia de que en la Cancillería hay 45 personas nombradas como asesores, entre ellos 13 exdiputados, con sueldos que van entre 100 y 150 mil pesos mensuales.
En cualquier país medianamente civilizado esto habría provocado un escándalo y si no el canciller, el Presidente de la República habría aclarado la situación y cancelado “ipso facto” a tales “botellas”. Aquí no.
Y peor aún, ante el revuelo que provocó la denuncia, la única respuesta que recibimos del canciller Miguel Vargas es que se lo encuentra poco para todo el trabajo que han hecho. ¡Qué bárbaro!
Por si usted aún no se ha enterado, le dejamos aquí la lista de los 13 exdiputados del PRD beneficiados por Miguel con un cargo como asesor de Cancillería. Son ellos:
Ana Miledy Cuevas, Fabio Ernesto Vargas Matos, Hugo Rafael Núñez Almonte, Juan José Morales Cisneros, María Amparo de Dios Martínez, María Cándida Sánchez Mora, María Aracelis Duarte Duarte, Noé Marmolejos Mercedes, Pedro Carreras Santana, Severina Gil Carreras Rodríguez, Sonya de las Mercedes Abreu Villanueva, Virgilio Manuel González Vásquez y María Luisa Guzmán Calderón.
El gasto para el Estado dominicano en estos consultores sería de 1,450,000.00 mensuales, que ascienden a 18,850,000.00 pesos al año. Y que conste, estas no son las botellas más caras que hay en la Cancillería.
¡Pobres contribuyentes!