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Bosch, Kennedy y la bancarrota de las ilusiones

El establecimiento en 1963 de un gobierno dirigido por el sector democrático de la burguesía nacional serviría para confrontar en la practica la posición de este sector social frente al imperio.

Como los sociólogos dominicanos han confirmado en sus estudios, el PRD representaba a este sector, el cual siempre defendió la tesis de la posibilidad de implementar las reformas democráticas dentro del cuadro de la democracia representativa. Es por tanto ese partido, el PRD , con esas ideas dominantes en su seno el que llega al poder.

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Desde el principio, la táctica del gobierno de Juan Bosch fue tratar de poner en practica la tesis de base del partido: colaborar con el gobierno norteamericano , hasta el límite que no pusiera en entredicho la propia independencia de la nación dominicana.

En lo concreto, la táctica de Bosch era apoyarse en el gobierno de Kennedy para aplicar las reformas democráticas y golpear a la contrarrevolución interna expresada en el partido Unión Cívica Nacional y otras fuerzas económicas y sociales conservadoras
De este modo, Bosch no estableció relaciones diplomáticas con Cuba (la bestia negra de la época), trabajó en estrecha ligazón con la embajada en los planes de desarrollo existentes, el propio Bosch alabó en varios de sus discursos la “Alianza parta el Progreso” y en los organismos internacionales siguió la política exterior del imperio.

Sin embargo, bien pronto la dinámica del movimiento real enfrentaría al gobierno de Bosch con la administración Kennedy.

Tales fueron los casos de la cancelación del contrato de la Standar Oil, la búsqueda de prestamos entre los consorcios europeos, la prohibición en la Constitución de vender tierras a extranjeros, la legislación sobre el precio tope del azúcar, La negativa del Gobierno de revisar la tarifa de la empresa telefónica, el caso de los 22 millones adeudados al país por el gobierno de EU y una cierta neutralidad frente al gobierno de Castro.

Todas estas conductas del Gobierno conllevaron a una cierta frialdad de las relaciones entre los dos Estados, lo cual contrastaba con el apoyo irrestricto que había ofrecido el gobierno norteamericano al gobierno anterior del Consejo de Estado.

En verdad , todo esto era explicable. A pesar de las aparentes relaciones cordiales entre Bosch y la administración Kennedy, la realidad era que las líneas no coincidían.

En 1963, los EU tenían un objetivo bien claros para la región: aislar a Cuba y mantener a los demás gobiernos de la región supeditados a esa política. En la medida en que el gobierno de Bosch no se subordinara a esa política el enfrentamiento era inevitable.

Bosch, en ese momento adoptó actitudes abiertas de no alineamiento que le costarían a la postre muy caro. Tal fue, por ejemplo, su discurso del 21 de mayo, donde definió su régimen como democrático “que no se pondría de rodillas ante Moscú ni ante Washington” ni me cubriría ni vivo ni muerto con ninguna otra bandera«

Bien pronto quedó claro que el equilibrio de la política de unidad y lucha que los perredeístas querían aplicar no podía sostenerse. El gobierno de Bosch, mientras no adoptase una serie de medidas políticas impopulares no recibiría el apoyo abierto del gobierno de los Estados Unidos.

Estas medidas eran tres: una, aplicar una política interna de represión contra las fuerzas democráticas; dos, colaborar estrechamente con los EU en la política anticubana, y tres , facilitar la penetración económica de los monopolios norteamericanos.

Naturalmente, adoptar tales políticas era un suicidio político para el gobierno y para Bosch personalmente.

Meses más tarde, cuando la conspiración de la derecha tomó cuerpo y la santa alianza entre los altos mandos militares, encabezados por el coronel ElíasWessin y Wessin, el alto comercio y los agregados militares de la embajada se concretizò, el embajador JhonBartlowMartìn pidió instrucciones al Departamento de Estado, recibiendo un célebre telegrama que decía “entonces llegó el telegrama que esperábamos”.

Decía que el Departamento de Estado podía hacer poco para salvar a Bosch, considerando su situación pasada, a pesar de todos mis esfuerzos para que gobernase con eficiencia, las fuerzas que se le oponían eran en gran parte creación suya. Ahora tenía que salvarse….«

Los días del Gobierno, estaban pues, contados. Y el 25 de septiembre se consumó el asalto a la primera experiencia democrática en República dominicana después del derrumbamiento de la dictadura trujillista.

Las consecuencias fueron terribles: violencia, represión asesinatos, hasta culminar con la revolución de abril de 1965 y la segunda intervención de los Estados Unidos.

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