Bordantes Vs Inquilinos: Una Tragedia necesaria en NY

Bordantes Vs Inquilinos: Una Tragedia necesaria en Nueva York

Bordantes Vs Inquilinos: Una Tragedia necesaria en Nueva York

Luis Tejada.

Muchos inmigrantes viven bajo la sombra de una tragedia inevitable en la ciudad de Nueva York. Los bordantes, como se le llama a los que alquilan dormitorios a los dueños de los contratos o inquilinos, se enfrentar a situaciones insospechables en este nuevo estilo de sobrevivencia producto de la crisis y alto costo de la vivienda en la ciudad de Nueva York.

Los edificios que fueron construidos durante la depresión del 29 y después de la segunda guerra mundial, poseen la característica de tener apartamentos amplios, de dos, tres y cuatro dormitorios. A diferencia de los construidos actualmente, que no pasan de ser un estudio, uno o dos dormitorios, y el costo de alquiler sobrepasa los tres mil quinientos dólares mensuales. En esos apartamentos construidos hace más de 80 años son los de renta estabilizada, o sea de bajo costo que, con el tiempo los inquilinos primarios se han quedado solos con amplio espacio.

La crisis actual de vivienda, provocada por la falta de construcción asequible para la clase trabajadora, el desempleo, los bajos ingresos y los abusos de los caseros con aumentos excesivos e ilegales, ha establecido un nuevo estilo de vida en la ciudad de Nueva York. Sin embargo, muchos de esos apartamentos con dormitorios extras han solucionado en parte esa crisis. “Se rentan cuartos”, es el anuncio que aparece por doquier en los barrios con mayor cantidad de edificios de renta estabilizada. En ellos, los dueños o inquilinos tienen la ventaja de poder alquilar dormitorios a individuos o parejas para aliviar la carga económica y hacer un extra en sus ingresos. Del mismo modo los bordantes, con o sin documentos legales, tienen la oportunidad de alquilar un dormitorio, pero con una serie de limitaciones, que los restringen de muchas facilidades y servicios. El costo de un cuarto varía entre 200 a 250 dólares semanales, o sea, 800 y mil dólares mensuales.

Mientras el inquilino, dueño del apartamento, hace su agosto, cobrando caro y pagando renta barata, por su lado, el bordante sufre la tragedia de vivir encerrado en su cuarto o dormitorio sin derecho de pasar a la cocina, a recibir visitas y sobre todo la falta de seguridad, pues tiene que dejar la puerta de cuarto sin candado, porque lo prohíbe el departamento de bomberos. Encima de eso, si el apartamento cuenta con dos, tres o cuatro dormitorios y cada uno tiene uno o dos bordantes, esto limita el uso de los servicios tales como el baño, sanitario, lavamos, etc. Los bordantes tienen que cargar con su jabón, su papel de baño, cepillos y pasta dental, cada vez que hacen uso de ese necesario servicio. Para rematar, usualmente el inquilino alquila también su cuarto y decide usar la sala como dormitorio para él. Bajo estas circunstancias no se puede oír música, no se puede hablar alto y las horas de entrada son restringidas porque tienen que pasar por la sala.

A pesar de que el bordante resuelve su problema y el inquilino se beneficia económicamente, existen dos aspectos importantes, negativos y positivos, en este negocio.

Después de un mes viviendo como bordante, este no puede ser desalojado por el inquilino y de hacerlo tiene que ser por la orden de un juez a través de la corte de vivienda y, paralelamente, el inquilino corre el riesgo de que muchos bordantes, maliciosamente, después del mes residiendo en el cuarto, deciden no seguir pagando el cuarto al inquilino, provocando una situación difícil entre ambos, por lo que, muchas veces, ha tenido que intervenir la policía, pero no tiene potestad para resolver.  Aquí se crea una enemistad entre el bordante y el inquilino, en su mayoría personas de avanzada edad. En medio de este negocio, existen las agencias que alquilan cuartos, pero que tampoco resuelven los conflictos legales.

Rentar cuartos, es un buen negocio tanto para el  bordante como para el inquilino, a pesar de convertirse muchas veces en una tragedia inevitable pero necesaria.

Luis Manuel Tejada,

Activista Comunitario en la Ciudad de New York.

@luistejadanyc