Más allá de la definición de la RAE y de las acepciones tradicionales, en Errede se entiende por bocina a los comunicadores que por dinero o algún tipo de prebendas, se convierten en defensores incansables de políticos, empresarios u organización; en el caso más recurrente, del gobierno. Una de las características distintivas es su capacidad de desinformar a la población.
El bocinaje en RD si no es el oficio del futuro, al menos es uno muy lucrativo, comunicadores que ayer no tenían ni con qué comprarse una chancleta samurai, hoy, gracias a su encomiable labor; viven en lujosos apartamentos y se pasean en confortables yipetas.
En la era del PLD, el bocinaje brinda grandes oportunidades de crecimiento, los hay que comenzaron siendo comentarista en algún programa local y hoy son hasta embajadores; los ejemplos nos muestran que la oportunidad de crecer dependerá del entusiasmo y empeño con que se defienda o promueva al que paga.
A diferencia de la bocina; en la tierra de Duarte, Mella, El Alfa y Mozart la Para, se denomina busca sonido o sonidista a la persona que se desvive por que hablen de ella, esa que cuando no suena cae hasta en depresión.
Hay sonidistas en todas las profesiones y están dispersos por toda Quisqueya, desde el cacicazgo de Amable hasta la Villa de Sonia Mateo. Algunos son emblemáticos, aprovechan cada coyuntura para sonar y si no hay temas en la palestra, buscan una controversia que le permita ser tendencia.
Muchos aprovechan el espacio que tienen en los medios tradicionales, otros lo hacen en los 280 caracteres de Twitter y están los que prefieren el minuto de Instagram. Los hay que se graban corriendo en algún parque, en su cama y hasta llorando en el vehículo; todos tienen algo en común, su fascinación por el sonido.
El bocinaje en tiempo de crisis
El bocinaje político morado estaba acostumbrado a ejercer su oficio en un pueblo que no protestaba, falto de conciencia y con una oposición política muy light, afortunadamente los tiempos han cambiado. Los dominicanos son hoy día más conscientes (no como el Lápiz), la oposición parece estar comiendo de las espinacas de Popeye y las protestas están a la orden del día.
En un escenario de crisis políticas, tras unas fallidas elecciones en la que se gastaron miles de millones de pesos, con un partido que viola todas las leyes sin consecuencia alguna; habría que ser muy incauto para creer que vivimos en el país que nos describen Álvarito, Euri Cabral, Martínez Pozo, Abigail y otros.
Está bien que Melton confunda la Samba con el Gagá, pero no se debe confundir la leche con la magnesia, ni tolerar “los chistesitos” de El Boli, Alofoke y otros sonidistas pro gobierno que tienen la cachaza de apoyar protestas de otros países, mientras descalifican las locales.
El apóstol cubano José Martí no es uno de los autores en boga hoy día, pero nos legó una frase que no pasa de moda: “Si no luchas, ten al menos la decencia de respetar a quienes sí lo hacen».