Definitivamente, el señor Joseph Blatter, quien dirigió la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), desde el ocho de junio de 1998 hasta el ocho de octubre de 2015, se convirtió en un verdadero “pulpo” al frente de ese organismo.

Este “honorable” ciudadano suizo se puede considerar el dirigente deportivo más corrupto, en términos económicos, que conozca la historia de deporte alguno.
Cada día salen a relucir actos de corrupción extraordinarios que nadie imaginó que pudiese ocurrir en esa federación que maneja recursos extraordinarios.

Este señor tuvo que abandonar el cargo, para el que había sido reelecto hasta 2023, debido a los cargos de corrupción que instrumentaron la justicia de suiza y Estados Unidos.

Sería difícil contabilizar los millones de dólares que Blatter manejó a su antojo, violando todos las normas y reglas establecidas.

En ese berenjenal involucró a decenas de dirigentes de todo el mundo, incluso al dominicano Osiris Guzmán, quien también se vio en la necesidad de dimitir al cargo.
Y cuando se creía que ya todos los crímenes eran conocidos, ahora se destapa una acusación criminal en su contra en la que se señala que distrajo millones de dólares de las finanzas del museo del fútbol en Zúrich.

Se sospecha “mala gestión criminal” en contubernio con las compañías nombradas por él para trabajar en un edificio renovado y alquilado hasta 2045, por lo que la FIFA tendrá que pagar 360 millones de dólares por encima de las tasas del mercado.

Increíble pero cierto, de cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán. Si este no es un “pulpazo”, busque usted otra definición.