Dicen que quien hizo la ley también hizo la trampa.
Los partidos políticos son especialistas en eso y también en enunciar severos controles, pero sin ponerles sanciones a las violaciones.
También se han vuelto especialistas en acotejar las interpretaciones de las leyes a su antojo o de imponerles a otros la responsabilidad de resolver los tollos que ellos mismos realizan.
Lo hacen por igual morados y celestes, rojos y azules, al igual del arcoíris de partidos pequeños reconocidos o por reconocer.
A la sociedad y a parte de la clase política les fueron impuestas las leyes de partidos y electoral que por no querer escuchar han devenido en tremendo tollos, pero también se filtraron una serie de controles que ahora las organizaciones no están dispuestas a acatar.
Por ejemplo, la Ley de Partidos Políticos prohíbe los actos de precampaña antes del 7 de julio, para que ese proselitismo sea limitado a solo tres meses y que la escogencia de los candidatos se realice el 6 de octubre (si son primarias abiertas o cerradas) o el 27 de octubre si se escoge otro método.
La Ley Electoral, por su parte, también limita el inicio de la campaña y el gasto de la misma.
Ahora bien, dígame usted con toda honestidad si el domingo 5 de mayo no le pareció un día con una intensidad proselitista propio del climax de una intensa campaña electoral?
¿Se podría decir que los seis actos promoviendo la reelección de Danilo Medina o el multitudinario acto en el Centro Olímpico para promover la candidatura de Leonel Fernández no tienen todas las características reales de agitados procesos de campaña electoral?
No solo hicieron la trampa, sino que además hacen trampa.
La Ley de Partidos Políticos permite, a partir de la precampaña que inicia el 7 de julio, las reuniones en recintos cerrados, visitas casa por casa, encuentros y actividades similares con activistas de los partidos que se aprestan a escoger candidatos.
Hay que ser muy cara dura para llamarle “reunión en recintos cerrados” a los siete actos morados del domingo pasado.
La ley solo tiene utilidad si se aplica, y ha llegado el momento de ponerla en marcha, de lo contrario seguiremos como los chivos aquellos que no les hacen caso a nada ni a nadie.