Dominga Ramírez García, comunicadora del periódico “EL DÍA”, nos narra la historia de un próspero ingeniero que, ante numerosas dificultades personales, “se sumió en una depresión que lo lanzó a la calle donde, como un demente, comenzó a deambular desnudo”.
La situación “llenó de vergüenza y dolor a su familia”.
Repasemos esta noticia y sus tenebrosos detalles: “Un niño de seis años fue lanzado por otros dos de las gradas de la escuela Morayma Veloz de Báez, en Bayaguana, Monte Plata, incitados por otro que les ofreció 25 pesos. El infante declaró que sus agresores lo golpeaban con frecuencia. Las gradas tienen el nivel de una casa de dos plantas”.
“El niño permanece en condición delicada en el hospital infantil Robert Reid Cabral. Sus parientes explicaron que tiene lesionada la medula espinal.
Solo confían en que vuelva a caminar”. (Hoy, pag. 3-A, 3 mayo, 2019).
El malestar que agobia la sociedad dominicana ha ido creando una compleja situación en el estado de salud mental de las personas.
Repasemos estos números proporcionados por la “Unidad de Salud Mental de la Pastoral Católica”: En marzo se trataron 42 personas con trastornos de depresión, 27 con esquizofrenia, 23 con bipolaridad y ocho con demencia.
“Los casos de muertes, los atascamientos, los problemas existenciales cotidianos afectan la salud mental de las personas”, nos dice la periodista Ramírez García. A estos problemas hay que agregar muchos otros. Este año el gobierno le suspendió la ayuda económica.
No hay una diferencia significativa entre ver las noticias o una película de horror: un hombre agrediendo a trompadas a su esposa frente a sus hijos; niños asesinados por sus padres; una niña de doce años violada y asesinada por un vecino; un padre de familia que violaba a sus tres hijas; decenas de personas desaparecidas cuyo destino se desconoce.
En un liceo se ve a un airado estudiante amenazando con un machete a otro estudiante. En otro, un escolar enardecido y furioso lanza piedras contra uno de sus profesores.
En un callejón que colinda con una calle y casi a la vista de todos en Santiago se observa a dos adolescentes no mayores de quince años teniendo relaciones. En otra escuela, un grupo de adolescentes obligan a una joven a practicarle sexo oral.
Son decenas los videos de violentos enfrentamientos a trompadas y pescozadas de muchachas y muchachos. Una menor fue asesinada a puñaladas por una compañera.
Los atracos y escalamientos, los accidentes de tránsito, las carreras de motocicletas, arrojan decenas de muertes cada día. Un individuo asesina a su propio hijo, se presenta en el velorio y asesina otra persona. Un hijo mata a su padre y otro mata a su madre.
En la calle, el simple roce de dos vehículos arroja como resultado insultos y un enfrentamiento a balazos.
En 22 de mayo, el editorialista del periódico Hoy se lamenta de que “causa pesar que República Dominicana falle en reducir los matrimonios y uniones prematuras de menores de edad”. “Es vergonzoso que nuestro saldo negativo se equipara con lo que ocurre en zonas de África en las que se encontrarían incluso índices menores a los locales”…
Igual sucede con la tasa de mortalidad infantil local “que se iguala a las registradas en el África subsahariana, arrojando un balance de verdadero descrédito”.
En otra crónica leo, aterrado, la enigmática historia de una turista estadounidense que afirma haber sido golpeada y torturada por horas en un exclusivo resort.
En la siguiente página se informa que otros dos turistas fueron hallados muertos en su habitación. Otros dos murieron en un accidente cuando se dirigían al aeropuerto Las Américas a tomar un vuelo de retorno a New Jersey.
rRecuerdo, en estos momentos, una promoción oficial que se transmite decenas de veces todos los días en las que se advierte a padres y niños con una gran sonrisa de felicidad, se menciona el apoyo de Obras Públicas a los automovilistas que sufren percances con sus vehículos y se insiste en la gran efectividad de las estancias infantiles, el teleférico, el 911. Guardo silencio. Solo pienso, pienso… no dejo de pensar.