Por vía de su canciller Marcelo Ebrard, el gobierno de México ha puesto a Almagro en su puesto.
El inefable secretario general de la OEA se había pronunciado contra el gobierno legítimo de Bolivia, porque de acuerdo con las leyes de este país, ha sometido a la ex presidente golpista Jeanine Áñez, por las matanzas cometidas durante el gobierno ilegítimo que esta señora encabezó entre octubre de 2019 y noviembre de 2020.
Luis Almagro que entonces no dijo nada, sale ahora a condenar el procesamiento de la señora Áñez. Aunque la mayor parte de los gobiernos de la región guarda silencio ante esta nueva tropelía diplomática de Almagro, México le ha salido al frente con la entereza que siempre ha caracterizado su política internacional.
La OEA, un organismo creado bajo el auspicio de los Estados Unidos, en 1948, como un instrumento de la guerra fría, hace tiempo que está hundida en el desprestigio. Una OEA que dice en sus fundamentos, defender el principio de la no intervención y al mismo tiempo ata a los países miembros a diferentes tratados militares, con fines intervencionistas.
Que en 1962 expulsó de su seno a Cuba libre y soberana y en 1965 convalidó después de consumado el desembarco de las tropas extranjeras en nuestro país. Con Almagro el viejo desprestigio ha llegado a los peores niveles.
Este estrafalario personaje que interviene parcializado con el peor bando en Venezuela y hace lo mismo en Bolivia, ahora se ha ganado la reprimenda de México, que ha mandado a Almagro a atender la naturaleza colegiada de su mandato y a no intervenir en los asuntos internos de los países miembros de la OEA.
México, que no acató la resolución de romper las relaciones con Cuba, que nunca reconoció a la dictadura fascista de Francisco Franco y dio hospitalidad a los republicanos españoles, se crece una vez más bajo el gobierno de López Obrador, al tratar de ponerle freno al desenfreno injerencista de Almagro y la OEA.
Me alegro por razones de principio y porque en esta declaración de México va implícita la condena a lo que la OEA siempre ha hecho contra el movimiento nacional liberador y el avance progresista de los pueblos de América.
Y porque, ante tanto entreguismo, es bueno que una voz con la autoridad moral de México, rescate en algo el maltratado decoro de pueblos y naciones que han batallado tanto por ser libres.