En un mundo ideal, políticos o funcionarios que se vean ante cualquier trance judicial, en vez de “¿cómo salimos de esta?” se preguntarían. “¿cómo hacemos lo correcto?”.
Pero vivimos en un mundo imperfecto y a través de anécdotas amortiguamos sus guayones. Como esta recibida ayer: un diputado dominicano de gira por Europa entra al metro de Estocolmo y ve que una de las entradas ofrece paso gratis pero nadie la usa.
Preguntó a una sueca si era un desperfecto. Ella explicó que era para pasajeros que por cualquier motivo no tuvieran dinero para pagar su pasaje. Incrédulo, preguntó si podían pasar sin pagar quienes con dinero quisieran montarse gratis. Más asombrada que él, respondió que ¿para qué alguien haría eso?
El desconcertado diputado pagó y subió al atestado Metro, azorado porque nadie “aprovechaba” el paso gratuito
. La lección de civismo y honestidad le perseguía, pero ¡él era más rápido! Hay valores como la honradez difíciles de arraigar y casi imposibles de inculcar fuera del hogar. Hacer lo correcto siempre resulta mejor.