La tormenta Melissa, casi estacionaria antes de hacerse huracán tras varios días de aguas interminables, ha ocasionado menos daños que los esperados, gracias en gran parte a la eficaz y oportuna atención del Gobierno para prevenir y mitigar sus efectos.
Si bien aún no hay un cálculo de las pérdidas económicas por el cierre de comercios, industrias, empresas y centros educativos, la labor de las autoridades, informando a la población y tomando acciones de emergencia, ha sido admirablemente excelente.
En las nueve provincias y el Distrito Nacional, los organismos como el COE, los ministerios de Obras Públicas, Defensa y de asistencia social, han hecho cada cual lo que corresponde a sus funciones.
Alcaldes, como Carolina Mejía del Distrito Nacional, han acompañado a los residentes en barrios carenciados para dirigir operativos de prevención y ayuda. Las principales empresas han orientado y asistido a su personal y han trabajado sin percances aquellas que no cerraron por motivos de necesidad
estratégica o seguridad alimentaria. El Gabinete ha estado en sesión permanente para mejor coordinación de las acciones necesarias. Y en medio de la alerta meteorológica, ha resaltado el sereno liderazgo del presidente Abinader, tanto desde el Palacio Nacional como sobre el terreno, visitando diversas localidades. La díscola oposición, atolondrada por tanta excelencia y cambio del chucho mediático, en vez de sumarse al esfuerzo nacional frente a Melissa, quedó retratada en su mayor e increíble preocupación: ¡que si Luis se desmontó de su vehículo con la capucha del jacket puesta!
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