Retirar del Congreso el contrato del fideicomiso de Punta Catalina es una sabia medida del presidente Abinader. Alguien del sector eléctrico traicionó su confianza inventando el famoso “comité técnico” como traje a su medida. Ahora Luis carga con el abrumador rechazo.
He insistido, y quizás coincido con el presidente, que el fideicomiso, en sí, no es el problema. Quizás sí la voluntad de nunca privatizar esa central termoeléctrica.
Pero la rebelión de la opinión pública es más por la difusa y confusa manera en que algún vivo quiere apropiarse de la gerencia de Punta Catalina.
¿Puede confiarse en algún político que en gestiones anteriores sólo produjo desengaños y desmantelamiento de órganos de control? El propio liderazgo empresarial quizás ve con azoro pronunciamientos sobre un inexistente “peligro” de privatizar.
Sólo las empresas eléctricas públicas –excepto una o dos— han quebrado, sido desfalcadas y ofrecido pésimo servicio, mientras florecen las privadas.
El comité técnico debe revisarse y ser gestionado por gente exitosa sin conflictos de interés. Abinader corrigió un entuerto ajeno. Merece felicitarse.