Uno no debe alegrarse por el mal ajeno, pero yo no puedo negar que me satisfizo la noticia de que una mujer fue multada por realizar llamadas molestosas al 9-1-1.
Disfruté el castigo impuesto por el juez Leomar Cruz Ramírez, porque sienta un precedente que debe ser mantenido para que ¡por fin! comencemos a respetar las normas que nos acercan poco a poco a ser un país civilizado.
A primera vista parecería que la multa impuesta a la doña en cuestión fue muy chiquita (mil pesos), pero el monto no es lo más importante, sino el baldón que con lleva el castigo.
Ella, de ahora en adelante, no podrá dejar de pensar que una vez un juez la condenó por mala conducta ciudadana.
Hay que recordar que las llamadas telefónicas molestosas que realizan algunas personas inconscientes pueden, eventualmente, traducirse en la muerte de otros, por uno o dos minutos de retraso de una ambulancia, por ejemplo.
Aplaudo la política de mano dura con los violadores del orden establecido. Es de esperarse que la misma se mantenga.