Santo Domingo.-Cada una de las cicatrices que lleva en su cuerpo tienen un significado para sus hijos Jean Carlos y Jean Alberto, quienes aseguran que su madre les ha dado la vida dos veces.
La primera vez al nacer, y la segunda ocasión cuando su madre Beulah Reynoso Martínez se jugó la vida para rescatar a Jean Carlos de un incendio que se originó en el vehículo en el que viajaban a Bonao.
Todo ocurrió el domingo 24 de septiembre del año 2000, mientras ella iba con el padre de sus hijos, el niño de un año y cinco meses y unos amigos a una finca en Bonao, y el vehículo en que se transportaban se incendió por completo en cuestión de segundos.
“Estaba todo cubierto de una llama intensa que nos arropaba, movida por un impulso mayor que yo, me quité el cinturón de seguridad y me pasé al asiento trasero para sacar a Jean Carlos, que estaba sentado en el car seat”, contó la joven madre, que guarda en su memoria aquel trágico suceso.
Rememora ver sentado en su sillita a su bebe (hoy con 22 años), fuertemente asegurado en ese momento, al cortarse todo circuito eléctrico los cinturones de seguridad se bloquearon y no le permitían quitarle el seguro, pero luego de mucho esfuerzo y halar con todas sus fuerzas el cinturón que cubría al bebe, pude sacarlo y tirarlo por la ventana a Ray (uno de los ángeles que Dios puso en su vida) y que había logrado salir diciéndole que corriera y se alejara de la guagua a punto de explotar.
Cuenta que Ray y Judy, su esposa, parte de los acompañantes que pudieron salir con sus hijos a tiempo, también sufrieron quemaduras al igual que Carlos, el padre de sus hijos.
“Cuando me doy cuenta, tengo la pierna izquierda atascada y no puedo moverme del lugar donde estaba tratando de que los otros se salvaran, grité a Ray que se fuera, que se llevara al niño y que me dejara, estaba totalmente prendida en llamas y no podía moverme, pero él me dijo que nos íbamos todos de ahí, me tiró con la fuerza que pudo, empujándome hacia una de las ventanas, cayendo al suelo”, rememoró.
Entre Carlos (el padre de su hijo) y Ray la apagaron y un doctor que pasaba por el lugar les ayudó y los llevó al hospital de Bonao; en el hospital sufrió un pre infarto, allí recibió los primeros auxilios, y en ambulancia los trasladaron a Santo Domingo.
La ingresaron en la Unidad de Quemados del Hospital Luis E Aybar, teniendo como diagnóstico, quemaduras de 3er. y 4to. grados en un 75 % de su cuerpo y de 1er. y 2do. grados en la cara y la parte superior de la espalda.
También, sufrió una fractura múltiple en la pierna izquierda, permaneció por dos meses allí, sometiéndose a múltiples operaciones, y desde el momento mismo del incendio, dijo, se entregó a la Virgencita pidiéndole a ella como madre que la ayudara e intercediera para salvarla y criar a su hijo.
Instinto materno
El instinto materno de salvaguardar a su hijo le deparó a Beulah meses de sufrimiento, además, le dejó marcada su piel por todo el cuerpo para toda la vida, hubo que hacerle injertos y someterse a múltiples terapias.
Hoy asegura que sus hijos representan su orgullo, el motor y aire que respira y el impulso que la mueve en todo lo que se propone. Beulah Reynoso Martínez es una auténtica mujer que representa el amor incondicional de “Ser Madre”.
“Cada una de mis cicatrices tiene un significado, Jean Carlos cuenta que su mamita no le dio la vida una vez, sino dos veces y Jean Alberto dice que en mis cicatrices está el significado de la vida de su hermano y la mía”, comentó.
Fruto de la experiencia, ambos hijos entienden lo dura que ha sido la vida, y es una muestra de que si alguien se cae, aunque tenga dificultades, se levanta y vale la pena seguir luchando.
“Yo me vi en cama, postrada por muchos meses, teniendo que ser auxiliada y ayudada hasta para hacer mis necesidades básicas, sin poder moverme, no hay un espacio de mi cuerpo que no esté marcado”, comentó Beulah Reynoso Martínez.
Igual narra que sintió dolor, mucho más del tolerable, y ha entrado a cirugía y quirófano más de las veces que quiere contar.
Doloroso proceso
—1— Infección
En el proceso de curación tuvieron a punto de amputarle una pierna por la infección, pero luego cedió, extirpándole masa corporal y ósea y con la lesión perdió los tendones.
—2— Reintegración
Luego de cirugías y a un año de mucho sufrimiento, dolor y esperanza, se reintegró a trabajar en la institución que le ha apoyado.